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viernes, 2 de enero de 2015

¿QUÉ TAN FIRME ES TU FE?


¿Qué TAN firme ES tu fe?

Daniel 6:1-10
“Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”.

Esta escritura nos cuenta acerca de la conspiración de unos malvados hombres que pretendían eliminar a Daniel. También nos habla de la actitud de Daniel después de haber sido promulgada la ley. Daniel conocía bien a su Dios; él sabía en quien había confiado, y por eso continuaba adorándolo y orando tres veces al día como acostumbraba antes de firmarse el edicto. Por esa razón “el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones” (Daniel 6:16). Así pasó Daniel la noche en aquel foso rodeado de leones hambrientos. Pero a la mañana siguiente, cuando el rey se acercó al foso Daniel pudo decirle: “Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo” (Daniel 6:22).

Una pequeña historia cuenta que una mujer cristiana estaba pasando por serias dificultades en su vida. Recientemente su esposo la había abandonado. Después perdió su empleo, y como si esto fuera poco también estaba sufriendo problemas de salud. Por eso se sentía muy deprimida. Una ancianita de su iglesia se enteró, y la invitó a cenar a su casa. Esa noche, mientras conversaban después de la cena, la anciana le señaló a un cuadro de Daniel en el foso de los leones que tenía en la pared del comedor, y le preguntó:

-- ¿Qué te parece ese cuadro?
-- ¡Muy bonito! – contestó la mujer.
-- ¿Qué ves en él? – preguntó de nuevo la anciana.
-- Veo a Daniel, unos leones alrededor de él y unos destellos de luz al fondo – dijo la mujer.
-- ¿Nada más? –
-- ¡Nada más! –

Entonces la ancianita le dijo: “Has omitido lo más importante. ¿Ves los ojos de Daniel? Los tiene fijos en el cielo. No está mirando los leones”. Aquella mujer meditó por unos instantes mientras miraba el cuadro. Y entendió el mensaje de la anciana. ¡Y su actitud cambió!

Daniel estaba totalmente incapacitado para defenderse de aquellos leones hambrientos. Su única alternativa era confiar en el Dios Todopoderoso a quien había servido fielmente. Sus ojos estuvieron fijos en “aquel que es poderoso para guardaros sin caída” (Judas 24). Siempre que fijamos nuestra mirada en el Señor, cuando ponemos en él toda nuestra confianza, cuando no dudamos de su poder y su amor por nosotros, él nos saca sanos y salvos de cualquier foso en el que nos encontremos por profundo que éste sea, y por grande sea el peligro que nos rodea.

Si en estos momentos te rodean circunstancias muy difíciles, acuérdate de Daniel, y al igual que él fija tu mirada y tu fe en Dios. Él te dará la victoria.

Oración:
Gracias Padre Santo, por la seguridad que me da tu Palabra de que puedo esperar de ti protección y socorro en las pruebas de mi vida. Ayúdame a poner mis ojos en ti y no en las circunstancias que me rodean. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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