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jueves, 22 de enero de 2015

¿HAY ALGO QUE ESTÉS DESEANDO DEMASIADO?


Génesis 25:28-34
“Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.

Es muy probable que, en algún momento, a nuestras mentes hayan llegado preguntas como estas: ¿Por qué Dios no me bendice a mí como bendice a otras personas que yo conozco? ¿Por qué Dios no me bendice de la manera en que yo quiero que me bendiga, de la manera en que yo necesito que me bendiga, de la manera en que yo pensé él me iba a bendecir?

La Palabra de Dios nos enseña que en muchas ocasiones nos perdemos bendiciones que el Señor desea darnos por causa de decisiones que tomamos movidos por nuestra propia “sabiduría”, las cuales ponen de manifiesto una muy desarrollada “miopía espiritual”. Estamos mirando el momento actual y no el mañana, mirando lo que parece muy prometedor pero que en realidad no lo es. Hay ocasiones en que una mala decisión puede causar que echemos por la borda todo nuestro futuro por el placer de un momento dado. Quizás en ese momento todo parecía bien pero después, cuando es demasiado tarde, miramos atrás y deseamos que nuestra decisión hubiera sido más sabia.

Esaú era el primogénito de Isaac. ¿Y qué significaba para los judíos ser el primogénito? El primogénito era aquel que tenía los mayores honores y privilegios; todos sus hermanos y hermanas estaban sujetos a su autoridad, a menudo tenía el honor de servir como sacerdote en las reuniones familiares, el nombre de la familia y la línea de descendientes venía a través de él, y en cuanto al aspecto económico al primogénito correspondía una doble porción en la herencia de la familia que a los demás hermanos. Así que la primogenitura era la cosa más valiosa, más preciada, más anhelada por cualquier persona en la familia hebrea. Poseer este derecho otorgaba los privilegios, las oportunidades, y el reconocimiento que nada más en la vida podía darle. Y en esta familia en particular el primogénito estaría en la línea de la genealogía del salvador del mundo, el Señor Jesucristo. Esaú vendió este privilegio por un plato de potaje. Él pudo haber preparado alguna otra cosa para comer, pero en aquel momento eso era lo que él quería. Y lo quería inmediatamente.

Muchas veces sacrificamos el futuro por un momento en el que estamos controlados por los apetitos de la carne. Dios nos ha dado apetitos, pero éstos deben ser controlados. Y si no podemos por nosotros mismos, entonces debemos buscar la dirección del Espíritu Santo. En la sociedad en que vivimos podemos conseguir casi todo por lo que estemos dispuestos a pagar, pero debemos ser muy cuidadosos. Esaú perdió su prometedor futuro porque quiso satisfacer su apetito inmediatamente, y en ese momento él estaba dispuesto a pagar cualquier cosa.

¿Cuál es el plato de potaje que Satanás con frecuencia te pone delante? Y te dice: “Tú necesitas esto”, “Tú quieres esto”, “Tú tienes que disfrutar de esto”, “¡Y lo puedes tener ahora mismo!” Bien pudiera ser un “guisado” delicioso, pero quizás tenga un precio que tú no desearías pagar. Por eso debes tener extremo cuidado y buscar en Dios la sabiduría que necesitas para tomar una decisión que traiga buenas consecuencias a tu vida.

¿Hay acaso algún “plato de potaje” en tu vida en estos momentos? ¿Algo que deseas mucho que está frente a ti, al alcance de tu mano? Tráelo en oración delante del Señor. Él es el único que puede saciar tu apetito de tal manera que cuando Satanás te lo ofrezca puedas decirle: No gracias. No lo necesito. No tengo hambre. ¡Estoy lleno de la paz y el gozo de mi Señor!

Oración:
Amado Dios y Padre celestial, tú conoces mis apetitos y mis debilidades. Te ruego me fortalezcas espiritualmente y me des sabiduría para poder discernir sabiamente al momento de tomar decisiones que puedan afectar mi futuro. Ayúdame a rechazar todo aquello que parezca muy atractivo pero que no esté de acuerdo a tú voluntad. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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