¿ESTÁS DEJANDO QUE EL ESPÍRITU SANTO CONTROLE TU VIDA?
Gálatas 5:16-23
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el
Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no
estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las
cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley”.
Con frecuencia escuchamos noticias acerca de renombrados
políticos o exitosos hombres de negocios que, siendo casados, han sido
descubiertos teniendo una relación fuera del matrimonio. La mayoría de ellos
llevaban muchos años de casados, es decir tenían hogares largamente
establecidos. Pero estos hogares fueron totalmente destruidos al conocerse
públicamente la “doble vida” que ellos llevaban. ¡Cuántas dificultades y
obstáculos habrán tenido que vencer para llegar a la posición a la que
llegaron! ¡Y de repente todo se fue por la borda! La pregunta que muchos se hacen
es: “¿Qué fuerza movió a estos hombres a actuar de esta manera que los llevó a
destruir sus vidas y las de sus respectivas familias?”
Con toda seguridad, tiempo atrás, cada uno de ellos se
encontró en una situación en la que les resultaba fácil tener una relación
fuera de sus respectivos matrimonios, y los deseos sexuales los empujaban a
cometer adulterio. Finalmente cada uno de ellos decidió satisfacer los “deseos
de la carne”, y a la corta o a la larga tuvieron que sufrir las consecuencias.
En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo advierte claramente a los cristianos de
las iglesias de Galacia que esto es algo que no deben hacer, sino más bien todo
lo contrario. “Andad en el Espíritu”, les dice, “y no satisfagáis los deseos de
la carne”. Estos “deseos de la carne” están contra el Espíritu de Dios porque
son parte de nuestra corrupta naturaleza humana, y son alimentados por
espíritus diabólicos que buscan la destrucción y la muerte del ser humano.
Pablo menciona una lista de las obras que resultan de satisfacer estos deseos,
entre ellas “adulterio, fornicación, inmundicia…” y muchas más “semejantes a
estas”. Y entonces una fuerte advertencia: “Los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios”.
La otra alternativa que tiene el ser humano es “andar en
el Espíritu”, lo cual implica renunciar a sus propios deseos, rendirse a la
autoridad de Cristo y permitir que el Espíritu Santo controle sus acciones.
Esto es algo que está totalmente opuesto a lo más intrínseco de la naturaleza
humana, y por lo tanto es imposible de llevar a cabo por nuestras propias
fuerzas. Se requiere una fuerza sobrenatural a la que sólo tenemos acceso por
medio de la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Por ejemplo, cuando Jesús fue arrestado por los soldados
romanos en el huerto de Getsemaní, “todos los discípulos, dejándole, huyeron”
(Marcos 14:50). Sin duda la naturaleza carnal los movió a poner sus propias
vidas en primer lugar y huir del peligro. Pero cuando Jesús resucitó y se
presentó ante ellos, comenzaron a haber cambios profundos en sus vidas. Y
cuando fueron llenos del Espíritu Santo en Pentecostés, la transformación de
estos hombres fue completa. Predicaron la palabra de Dios, se enfrentaron con
valor a amenazas de muerte, sufrieron torturas, cárcel y todo tipo de
humillaciones, y permanecieron fieles al Señor aun a costa de sus propias
vidas.
¿Qué te mueve a actuar en tu vida? ¿Son tus acciones
obras de la carne? Si es así, estás actuando en contra de la voluntad de Dios,
y lo que te mueve no es el Espíritu de Dios. Acércate, pues, al Señor, busca su
rostro, humíllate, confiesa tus pecados y el Dios en su infinita misericordia te
limpiará completamente. Este es el primer paso para que el Espíritu Santo tome
control de tus actos y su fruto se manifieste en tu vida.
ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a obedecer tu palabra y
que sea tu Espíritu Santo quien me mueva en todo lo que hago, y aun en lo que
hablo y hasta en lo que pienso. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla