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sábado, 16 de agosto de 2014

¿TÚ TE HAS LLEGADO A COMPARAR CON JOB?



¿TÚ TE HAS LLEGADO A COMPARAR CON JOB?

Job 38:4
"¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?"

¡Cuántas veces nos dirigimos a Dios con ignorancia...! Job era un hombre especial. La narrativa bíblica dice que Dios lo veía como un varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Todo lo tenía en abundancia; hasta que un día Satanás pidió permiso a Dios para probarle. En unos breves momentos, lo perdió todo: sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnas, sus ovejas, sus camellos, propiedades, etc. Su cuerpo fue herido con una sarna maligna desde la punta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Justo en esos momentos difíciles, sus "mejores amigos" vinieron a "consolarle". Al presenciar el cuadro de su amigo, pensaban que Job había fallado al Altísimo. En medio de su crisis, Job, se acercó a Dios con ignorancia, pero fue confrontado con su propia realidad: "¿Dónde estabas tú cuando yo (Dios) fundaba la tierra?" Dios le hizo ver su humanidad y su fragilidad. Su cuerpo había sido expuesto a una prueba difícil y dolorosa, pero su alma había sido guardada irreprensible para su Señor y Redentor. Este suceso marcó la vida de este gran hombre de Dios.

Es curioso como muchos de nosotros solemos compararnos con Job, a raíz de las pruebas que estamos viviendo. Lo cierto es que aunque nuestros sufrimientos no se comparen a los de Job, nuestro comportamiento en esos momentos de tribulación nos induce a imitar a ese hombre justo. Volteamos a ver a Dios y lo cuestionamos con preguntas llenas de ignorancia, y lo peor de todo es que creemos tener la razón. ¿Dónde estabas tú...? Ese es el punto. Ninguno de nosotros podemos conocer la mente de Dios. El tiene un plan perfecto, trazado desde la eternidad, para ti y para mí. Permitámosle que se haga realidad en nuestras vidas; aún cuando, en ocasiones, no podamos entenderlo.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

ORACIÓN



Es curioso como muchos de nosotros solemos compararnos con Job, a raíz de las pruebas que estamos viviendo. Lo cierto es que aunque nuestros sufrimientos no se comparen a los de Job, nuestro comportamiento en esos momentos de tribulación nos induce a imitar a ese hombre justo. Volteamos a ver a Dios y lo cuestionamos con preguntas llenas de ignorancia, y lo peor de todo es que creemos tener la razón. ¿Dónde estabas tú...? Ese es el punto. Ninguno de nosotros podemos conocer la mente de Dios. El tiene un plan perfecto, trazado desde la eternidad, para ti y para mí. Permitámosle que se haga realidad en nuestras vidas; aún cuando, en ocasiones, no podamos entenderlo.


¡Gracia y Paz!