¿SABES CÓMO RECIBIR EL FAVOR DE DIOS?
Salmo 5:11-12
“Alégrense todos los que en ti confían; den
voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los
que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un
escudo lo rodearás de tu favor”
El diccionario define la palabra “favor” de esta manera:
“Beneficio que una persona con poder o influencia concede a otra gratuitamente”.
La Escritura de hoy afirma que Dios bendecirá al justo y lo rodeará de su
favor. Esta es una promesa específicamente dirigida al justo. Una persona
justa, bíblicamente hablando, no es aquella que lleva a cabo su propia justicia
de una manera supuestamente “correcta”, sino aquella que actúa siempre guiada
por la justicia y los preceptos divinos. En el Nuevo Testamento encontramos una
definición más concreta. Dice Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Es decir,
antes de aceptar a Jesucristo como nuestro salvador somos considerados
“injustos”; al abrir a él nuestro corazón, nuestros pecados son perdonados y
somos justificados delante de Dios. En su primera carta a los corintios,
capítulo 6, el apóstol Pablo se refiere a este proceso. Primero les dice: “¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?” Entonces les menciona
una lista de personas que no heredarán el reino de los cielos debido a su
comportamiento pecaminoso. Y termina diciendo: “Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en
el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios
6:9-11).
Si tú has aceptado a Jesucristo como tu Salvador, Dios te
ha justificado, es decir ha perdonado tus pecados y ahora eres un hijo o una
hija del Dios Todopoderoso, y por esta razón el Señor ha establecido que tengas
un tratamiento preferencial. Gálatas 4:4-7 nos habla de este proceso salvador:
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a
fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo”. Esta es la voluntad de Dios para con todos aquellos que han
creído en su Hijo y han abierto su corazón para recibirlo como salvador de sus
almas.
Dios desea bendecirte, y mientras más te acerques a él,
más se va a manifestar en tu vida su bendición y su favor. Por eso debes
caminar en fidelidad y obediencia a lo que Dios dice en su Santa Palabra. El
Salmo 1 establece de manera muy clara la diferencia entre la vida de aquellos
que buscan al Señor día tras día, meditan en su Palabra y ponen en práctica sus
enseñanzas, y la vida de aquellos que viven alejados de la presencia de Dios.
De los primeros dice que son “bienaventurados” y que “todo lo que hacen,
prosperará”. Por el contrario, a los otros les esperan tiempos tormentosos. Así
dice el Salmo 1:6: “Mas la senda de los malos perecerá”.
El carácter de un justo se manifiesta por la manera en
que él se ajusta a los parámetros de la Palabra de Dios. En nuestra relación
con el Señor hay algo fundamental que él espera que nosotros hagamos: buscar su
voluntad y obedecerla fielmente. Cuando obedecemos, automáticamente Dios hace
su parte y resultamos más que bendecidos. No te avergüences de vivir como un
justo fiel y obediente pues los valientes que se atreven a andar de esta manera
gozan del privilegio de vivir bajo el favor de Dios.
El Salmo 91:1 reafirma este concepto: “El que habita al
abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. Aquellos que
deciden caminar con Dios cada día de sus vidas viven rodeados de su favor.
¡Realmente necesitamos vivir bajo el favor de Dios! Vive de manera que habites
continuamente bajo el abrigo del Todopoderoso, y podrás esperar lo mejor de
Dios para ti cada día de tu vida.
ORACIÓN:
Gracias Padre, porque tú premias la fidelidad y
obediencia de tus hijos. Te ruego que me ayudes a caminar en esta vida
obedeciendo tu palabra para disfrutar de tu favor y de tu protección. En el
nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla