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martes, 12 de agosto de 2014

¿SABES CÓMO RECIBIR EL FAVOR DE DIOS?



¿SABES CÓMO RECIBIR EL FAVOR DE DIOS?

Salmo 5:11-12
“Alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor”

El diccionario define la palabra “favor” de esta manera: “Beneficio que una persona con poder o influencia concede a otra gratuitamente”. La Escritura de hoy afirma que Dios bendecirá al justo y lo rodeará de su favor. Esta es una promesa específicamente dirigida al justo. Una persona justa, bíblicamente hablando, no es aquella que lleva a cabo su propia justicia de una manera supuestamente “correcta”, sino aquella que actúa siempre guiada por la justicia y los preceptos divinos. En el Nuevo Testamento encontramos una definición más concreta. Dice Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Es decir, antes de aceptar a Jesucristo como nuestro salvador somos considerados “injustos”; al abrir a él nuestro corazón, nuestros pecados son perdonados y somos justificados delante de Dios. En su primera carta a los corintios, capítulo 6, el apóstol Pablo se refiere a este proceso. Primero les dice: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?” Entonces les menciona una lista de personas que no heredarán el reino de los cielos debido a su comportamiento pecaminoso. Y termina diciendo: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11).

Si tú has aceptado a Jesucristo como tu Salvador, Dios te ha justificado, es decir ha perdonado tus pecados y ahora eres un hijo o una hija del Dios Todopoderoso, y por esta razón el Señor ha establecido que tengas un tratamiento preferencial. Gálatas 4:4-7 nos habla de este proceso salvador: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Esta es la voluntad de Dios para con todos aquellos que han creído en su Hijo y han abierto su corazón para recibirlo como salvador de sus almas.

Dios desea bendecirte, y mientras más te acerques a él, más se va a manifestar en tu vida su bendición y su favor. Por eso debes caminar en fidelidad y obediencia a lo que Dios dice en su Santa Palabra. El Salmo 1 establece de manera muy clara la diferencia entre la vida de aquellos que buscan al Señor día tras día, meditan en su Palabra y ponen en práctica sus enseñanzas, y la vida de aquellos que viven alejados de la presencia de Dios. De los primeros dice que son “bienaventurados” y que “todo lo que hacen, prosperará”. Por el contrario, a los otros les esperan tiempos tormentosos. Así dice el Salmo 1:6: “Mas la senda de los malos perecerá”.

El carácter de un justo se manifiesta por la manera en que él se ajusta a los parámetros de la Palabra de Dios. En nuestra relación con el Señor hay algo fundamental que él espera que nosotros hagamos: buscar su voluntad y obedecerla fielmente. Cuando obedecemos, automáticamente Dios hace su parte y resultamos más que bendecidos. No te avergüences de vivir como un justo fiel y obediente pues los valientes que se atreven a andar de esta manera gozan del privilegio de vivir bajo el favor de Dios.

El Salmo 91:1 reafirma este concepto: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. Aquellos que deciden caminar con Dios cada día de sus vidas viven rodeados de su favor. ¡Realmente necesitamos vivir bajo el favor de Dios! Vive de manera que habites continuamente bajo el abrigo del Todopoderoso, y podrás esperar lo mejor de Dios para ti cada día de tu vida.

ORACIÓN:
Gracias Padre, porque tú premias la fidelidad y obediencia de tus hijos. Te ruego que me ayudes a caminar en esta vida obedeciendo tu palabra para disfrutar de tu favor y de tu protección. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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