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miércoles, 6 de agosto de 2014

¿REALMENTE ESTÁS DISPUESTO A CAMBIAR?



¿REALMENTE ESTÁS DISPUESTO A CAMBIAR?

Isaías 58:1-8
“Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Yahweh? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Yahweh será tu retaguardia”

En esta escritura, Dios urge al profeta Isaías a que denuncie ante el pueblo de Israel su estilo de vida rebelde y pecaminosa, y los exhorte a cambiar. Este era un pueblo que vivía una vida religiosa superficial. La gente adoraba a Dios más bien como una tradición, de manera rutinaria pero no de corazón. Al mismo tiempo que ayunaban, también explotaban a sus trabajadores y se peleaban entre sí. Isaías condenó su hipocresía y les dijo que tenían que cambiar su actitud si deseaban recibir la bendición de Dios. Si ellos liberaban a los oprimidos, compartían el pan con el hambriento, daban albergue al desamparado y proveían de ropa al desnudo, entonces nacería su luz “como el alba”, y la salvación, la justicia y la gloria de Dios se manifestarían entre ellos prontamente. Ellos no podían esperar todas esas bendiciones si no dejaban su actitud hipócrita y superficial, y comenzaban a actuar guiados por un genuino deseo de agradar y obedecer a Dios.

Unos ocho siglos después, Jesús tuvo que enfrentar similar comportamiento de parte del pueblo judío. Por ejemplo, en Mateo 23:27, el Señor se dirige a un grupo de religiosos y les dice: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. Había transcurrido mucho tiempo desde la exhortación de Isaías al pueblo de Israel, pero, en sentido general, su actitud no había cambiado. Seguían aparentando obediencia a la ley, hacían largas oraciones en público, ofrendaban regularmente, pero dejaban fuera “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe”, les recriminó Jesús.

Otros dos mil años han pasado. ¿Y ha habido cambios espirituales profundos en la humanidad? Lamentablemente en la actualidad todavía encontramos actitudes muy similares en el pueblo de Dios. Y el mismo mensaje de Isaías está aún vigente: no se puede vivir una vida de profunda paz, de gozo y de prosperidad sin un corazón verdaderamente dispuesto a buscar al Señor y hacer su voluntad. No se puede esperar las bendiciones abundantes que Dios tiene preparadas para sus hijos si no hay cambios profundos en la actitud de las personas. La actividad religiosa no sustituye a un corazón obediente y entregado a Dios. Con la ayuda del Señor y una disposición de cambiar, podemos eliminar los problemas de raíz, no simplemente los síntomas, y disfrutar plenamente de la vida abundante que prometió Jesús.

ORACIÓN:
Amado Padre, una vez más te pido perdón por mi desobediencia y rebeldía. Reconozco que necesito cambiar muchos aspectos de mi comportamiento, y profundizar mi relación contigo. Por favor ayúdame a eliminar de mi vida todo eso que no es agradable a ti. Crea en mí un corazón obediente a tu santa Palabra y pon en mi espíritu una actitud de genuina adoración a ti. Todo te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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