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lunes, 4 de agosto de 2014

¿POR QUÉ TENEMOS LA NECESIDAD DE ORAR SIEMPRE Y NO DESMAYAR?



¿POR QUÉ TENEMOS LA NECESIDAD DE ORAR SIEMPRE Y NO DESMAYAR?

Lucas 18:1-8
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”

La razón por la cual el Señor les dijo esta parábola era por la necesidad de orar siempre y no desmayar. Es probable que algunos de nosotros tengamos peticiones que no han sido respondidas aún, y debido a eso es posible que nos sintamos cansados y desmotivados – puede que hayamos desmayado. La petición de la viuda no era mala. Por el contrario, era buena y justa. Como ella, muchos de nosotros a lo mejor tenemos peticiones buenas y justas a la cuales aun no hemos recibido respuesta. ¿Qué es lo que la Palabra de Dios nos dice que hagamos? Que sigamos yendo al Señor con esas peticiones, que no desmayemos ni nos desmotivemos sino que sigamos acudiendo a Él en oración.

No digo que todas las peticiones por las que estamos orando nos serán concedidas – deben estar de acuerdo a Su voluntad - ni tampoco digo que alguien debe acudir al Señor con peticiones las cuales Él ya ha respondido negativamente. Sin embargo, no debes desmayar y debes continuar orando por aquellas peticiones que sabes, por la Palabra de Dios, que en general están de acuerdo a Su voluntad. Como dice el Señor:

Mateo 7:7-11
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”

El Señor dará cosas buenas a los que se las pidan. Se les abrirá a aquellos que llamen a la puerta. Aquellos que buscan encontrarán. Se les dará a aquellos que piden.

Todo esto nos demuestra que siempre esta una puerta abierta para acudir a Dios confiadamente y presentarle todas nuestras peticiones. Es posible que algunos de nosotros ya hayamos llamado a la puerta dos, tres veces o más, y aún sigue cerrada. Puede que nos sintamos frustrados debido a eso y posiblemente escondamos amargura. “Si Dios en verdad me ama, porqué...” No podemos decir que amamos a Dios si le escondemos muchas cosas– nuestro dolor por ejemplo. Cuando Job fue probado, no estaba contento sino herido. Y lo que hizo no fue ocultar su tristeza y sus preguntas, sino que las expresó abiertamente:

Job 23:3-5
“¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, Y llenaría mi boca de argumentos. Yo sabría lo que él me respondiese, Y entendería lo que me dijera”.

 Job estaba muy abierto a Dios y aun así sus tres amigos estaban tratando de persuadirle que era su error lo que había causado todo eso, al final el Señor dijo: “porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job” (Job 42:7). En 2 de Corintios 5:18 Dios nos dice que hemos sido reconciliados con Él. Si hemos sido reconciliados con Dios; Si Dios es nuestro amigo, ¿es correcto que le escondamos cosas en nuestro corazón y no abrirnos completamente a Él? “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 de Juan 4:18).

Esto es definitivo, si tenemos miedo de hablar abiertamente con el Señor es porque no lo amamos verdaderamente. Sí él es nuestro creador. Sí él es el Dios Todopoderoso. Pero también es nuestro Padre. Él es el Dios que tanto nos ama, no porque éramos muy buenos o porque hicimos muchas cosas buenas, sino porque estábamos muertos en pecados y delitos (Efesios 2:1-10).

Amado hermano, amada hermana, no dudes que DIOS TE AMA. La puerta que dejaste de tocar, deberías tocarla de nuevo confiadamente. Para obtener un ejemplo de la confianza con la que debes de llamar a la puerta, vayamos a Lucas 11, a las palabras del Señor que preceden al llamado de “pide y te será dado”:

Lucas 11:5-9
“Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.

El Señor usa dos ejemplos extremos – la viuda y el amigo- para decirnos, que debemos de insistir y no desmayar al llamar a la puerta. La viuda sabía que al juez no le importaba nada. Sabía que “no le temía a Dios ni al hombre”. Y aún así, NO DESMAYÓ. Cada mañana se levantaba para ir allá con su petición. Para ella, el juez era el único que podía proveerle una solución. El Señor nos da lo anterior como un ejemplo que debemos de seguir: acudir al JUEZ JUSTO sin desmayar, y Él de seguro juzgará nuestras peticiones.

En otro ejemplo, vemos a alguien llamando a la puerta de su amigo, no por la tarde, sino a media noche. No tenía muchas opciones. O tocaba la puerta de su amigo o no “lograba nada”. Y la tocó. No dijo “no voy a lograr nada”. No dijo “No voy a tocar porque es media noche”. Sino que llamó y se le abrió. “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.

Abre tu corazón completamente al Señor, sin esconder nada. EL TE AMA y desea tremendamente el tener una relación abierta contigo – como la relación que tendrías con tu mejor amigo. Por eso, no te quedes ahí de pie dudando, llama a Su puerta y hazlo confiadamente.


¡Gracia y Paz!

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