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miércoles, 30 de enero de 2013

EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD



1 Tesalonicenses 2:3-5
”Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo”.

Los siervos de Dios, llámense como se llamen o como usted quiera llamarlos, son mayordomos por designación divina a quienes se les “confía el evangelio”. Este es un gran privilegio; pero al mismo tiempo, una responsabilidad solemne. “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (2 Corintios 4:2). Esta fidelidad implica por lo menos tres elementos que deben ser los correctos:

el mensaje (nuestra exhortación no procedió de error).
el motivo (ni de impureza).
el método(ni fue por engaño).

El mensaje debe ser el correcto y este mensaje es el evangelio de Jesucristo, el evangelio de la gracia de Dios. Existe un sólo evangelio y éste se centra en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo Jesús. El evangelio (buenas nuevas) es “que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras” (1 Corintios 15:3-4). Los pecadores que se arrepienten y confían en Jesucristo son perdonados y Dios les concede el Don de la vida eterna (1 Juan 5:10-13).

Dios es tan celoso respecto a su mensaje que El mismo declara “anatema” a cualquiera que predica “otro evangelio” (Gálatas 1:6-9). Los que cambian su mensaje añadiéndole, quitándole o pervirtiéndolo, son maestros falsos que le son infieles al Señor y están en peligro de recibir su castigo. Su mensaje proviene “del error”. El evangelio de la prosperidad de nuestros días está perfectamente acomodado a una sociedad como la nuestra que idolatra la salud, la riqueza y la felicidad. Las personas que predican este evangelio rebuscan por aquí y allí en el antiguo testamento, para extraer sus versículos comprobatorios; pero rechazan a sabiendas “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27).

El “evangelio de la prosperidad” es un mensaje para la gente que busca una “solución rápida” para sus vidas; pero no un cambio permanente en su carácter. Pareciera ser que hay demasiados cristianos que desean disfrutar la sensación de sentirse bien; pero no están dispuestos a sufrir los inconvenientes de seguir el bien.

¿Porqué se preocupa tanto Dios porque prediquemos el mensaje correcto?. Porque Dios exige integridad y el evangelio falso la destruye. En primer lugar, el mensaje del evangelio se relaciona vitalmente con la naturaleza misma de Dios. Jesús no se limita a salvar, Él es el salvador.

Cuando cambiamos el mensaje de Dios, cambiamos al Dios del mensaje. El “dios” de los predicadores de la “prosperidad”, no es el Dios de la Biblia o el Dios de la Iglesia histórica. El evangelio “pop” de la “prosperidad trata de hacernos creer que la mayor preocupación de Dios es hacernos felices, no santificarnos y que se preocupa más por nuestro bienestar físico y material que por el moral y espiritual. El “dios de la prosperidad” es un mensajero celestial cuya única responsabilidad es responder a todos nuestros llamados y asegurarse de que estemos gozando de la vida.

Cuando escucho a estos predicadores hay varias preguntas que vienen a mi mente. De acuerdo con su teología, ¿dónde está el Dios de Abraham, a quien se le pidió que sacrificara a su único hijo? ¿Dónde está el Dios de Isaac, que estuvo dispuesto a colocarse en el altar? ¿Dónde está el Dios de Jacob, cuyos hijos le causaron dolor y vergüenza? ¿Dónde está el Dios de Moisés, a quien le fue prohibido entrar a la tierra prometida por haberle robado la gloria a Dios? ¿Dónde está el Dios de los apóstoles que fueron arrestados, azotados, martirizados y muertos porque seguían predicando a Jesús? ¿Dónde está el Dios de nuestro Señor Jesucristo quien sufrió como nadie ha sufrido jamás: “Herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4). No encuentro a ese Dios en sus predicaciones. ¿Por qué? Porque no se adapta bien a su mensaje. Predican un evangelio sin integridad, un mensaje incompleto, divorciado del mismísimo Dios que afirman representar. Un evangelio parcial no es evangelio, ya que no puede haber buenas nuevas cuando Dios mismo queda excluido de ellas.

Nuestra tarea no es decirle a la gente lo que desea escuchar, nuestra tarea es darles lo que necesitan del evangelio tratando de lograr que lo deseen. El mensaje de la “prosperidad” aconseja al creyente de la actualidad a no pronunciar nunca palabras que signifiquen dolor, enfermedad, fracaso. Ya estuve en un lugar donde el predicador les pidió a sus oyentes que repitieran en voz alta: “Todo lo que toco prosperará. No puedo fracasar. Nada de lo que toco fracasará. Todo lo que toco tendrá éxito. No sé lo que es el fracaso”. Otros ofrecen buena cosecha y abundante, si antes siembras en sus manos dinero. Otros te ofrecen un 4x4 si es que eres capaz de regalar tu viejo peugeut. Otros te ofrecen que pares de sufrir si compras esto u otra cosa. Otros te ofrecen que sanarás, que encontrarás trabajo, que volverás a unirte al ser amado, etc., etc. Al escuchar tales tonterías, uno comienza a preguntarse si realmente tenemos una traducción correcta de la palabra de Dios. Ciertamente no hay nada de eso en mi Biblia.

Si resolvemos poner a Dios en servidumbre con respecto a todos nuestros caprichos, se convierte entonces en nada más que despensero bajo nuestras órdenes. ¿Y qué ocurre entonces si mi plan fracasa? Bien, evidentemente debe ser culpa de Dios. Si no me da exactamente lo que le pido, Él debe de haber fracasado en algún punto.

El evangelio de la “prosperidad” no sólo presenta una imagen distorsionada de Dios, sino que pervierte la doctrina bíblica de la persona y la obra de Jesucristo. Dios tiene el derecho de entablarle juicio a todos aquellos que predican el evangelio falso, porque el mensaje del evangelio le costó a Él su propio hijo. Jesús derramó su sangre para satisfacer la santa ley de Dios para que los pecadores perdidos pudiéramos alcanzar el perdón y reconciliarnos con Dios. El transformar el Calvario en una tarjeta de crédito santificada que nos da el privilegio de lanzarnos en una carrera hedonista es abaratar la obra que más le costó a Dios.

Los predicadores de la “prosperidad” no consideran que la conformidad con Cristo es la meta de la vida cristiana. Es muy probable que se sientan avergonzados cuando se enfrentan al hecho de que, de acuerdo con su mensaje, Jesús no fue un hombre de “prosperidad”. No era rico y pasó su vida identificándose con los pobres y marginados. Era “un varón de dolores y experimentado en quebrantos” (Isaías 53:3), no una celebridad que disfrutara una vida de extravagancias. Quizás me equivoque, pero creo que si Jesús estuviera en la tierra hoy día, condenaría los estilos de vida ostentosos y llamativos de estos predicadores de la “prosperidad” y sus discípulos. Cristo repudia el evangelio de la “prosperidad” con su vida, ministerio, enseñanzas y sobre todo con su muerte.

Los predicadores de la “prosperidad” nos presentan una imagen distorsionada de Dios, el Salvador, la fe Cristiana y también de la Iglesia. De acuerdo con ellos, la Iglesia de Jesucristo es una reunión de personas felices que disfrutan la vida. De acuerdo con mi Biblia, la Iglesia es la reunión de personas quebrantadas que buscan la santidad ante Dios y ser ayuda para un mundo necesitado. Sí, debe haber alegría y gozo cuando se congrega a adorar, pero también se deben compartir las cargas, limpiar las heridas y sanar los corazones quebrantados. No obstante, de acuerdo con el evangelio de la “prosperidad”, ¡LOS CRISTIANOS NO DEBEN PADECER EN ABSOLUTO!

Tenemos momentos de felicidad; pero esta no es nuestra meta suprema. Nuestros objetivos son la santidad y el servicio; la felicidad es apenas una “añadidura”.

Cuando la Iglesia predica el mensaje incorrecto, causa división y el ministerio pierde su integridad. No podemos divorciar nuestro mensaje de la naturaleza de Dios, lo que Él hizo en el calvario, lo que está haciendo hoy día en el mundo y lo que hará en el futuro. Sin embargo, eso es justamente lo que han logrado los voceadores de la “prosperidad”. Una vez que alguien se fabrica su propio evangelio, no pasará mucho tiempo antes que comience a practicarlo y entonces comienza a perder su integridad

La verdad triunfará siempre, y la verdad es que estamos aquí en este mundo para el deleite de Dios y que Él no está aquí para nuestro deleite. Es el glorioso plan de Dios el que saldrá finalmente victorioso y no el del hombre.

“Gracia y Paz”
Tiempos de Apostasía

TÚ Y TU CASA



Hechos 16:31
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.

Dios quiere que familias enteras sean salvas. No se contenta con que una sola persona en una familia acepte la salvación mediante la fe en el Señor Jesús. Pero esto no siempre ocurre así; a veces sólo después de muchos años, otros miembros de la familia llegan a creer en el Señor. Sin embargo, el Espíritu de Dios nos da un ejemplo de ello en el libro de los Hechos. Leemos que el carcelero de Filipos creyó en el Señor con toda su casa (Hechos 16:34). Por la gracia de Dios esto ocurre aún hoy en día.

Un misionero, colaborador en una emisora que difundía el Evangelio en idioma árabe, encontró a un joven marroquí que se había convertido gracias al mensaje escuchado en esa emisora. Como consecuencia de su conversión, su familia lo trataba como a un perro. Por ser cristiano no se le permitía comer con la familia, porque era «impuro». Su madre, muy triste por lo que le sucedía al muchacho, tuvo que reconocer que a pesar de ese maltrato familiar la vida de su hijo había cambiado y mejorado.

Algunos años más tarde el misionero encontró en Marruecos a un joven muy parecido a aquel a quien había visto hacía mucho. ¡Era su hermano! Entonces le preguntó si él también se había convertido a Cristo. Con mucho gozo este joven le contó que él, lo mismo que su hermana y su madre, ahora eran creyentes y que juntos oraban por la conversión de su padre. Sí, Dios había cumplido su palabra: “tú y tu casa”.

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

ACEPTAR RIESGOS



Hechos 9:1-20
“Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios”.

A muchos cristianos no les gusta arriesgarse, y por eso reúnen la mayor cantidad de datos posibles y analizan las opciones antes de tomar cualquier decisión. Tenemos la tendencia a calificar los riesgos de “indeseables”, porque pueden terminar causándonos pérdidas y angustias; tememos los resultados no deseados, o a no alcanzar nuestros sueños. Tememos parecer tontos o incompetentes, incurrir en problemas financieros o enfrentar algún peligro físico. Desde el punto de vista humano, eliminar la incertidumbre tiene sentido.

Pero ¿qué piensa Dios? ¿Hay ocasiones en las que los cristianos deben aceptar riesgos? La respuesta es un “sí” rotundo, cuando es Él quien nos pide que dejemos nuestra agradable rutina. Desde el punto de vista del Señor, no hay ninguna incertidumbre, porque Él tiene el control de todas las cosas, y nunca dejará de llevar a cabo su buen propósito (Efesios 1:11).

La Biblia nos cuenta de personas que aceptaron riesgos para obedecer al Señor. Una fue Ananías, a quien el Señor envió para ministrar al recién convertido Saulo. Ananías arriesgó su vida para obedecer. Otra fue Pablo, a quien se le dijo que predicara a los judíos el mismo evangelio al que él se había opuesto con tanta violencia. Al concentrarse en Dios, en su carácter y en sus promesas, ambos hombres obedecieron, pese a la incertidumbre, la duda y el temor.

La madurez espiritual es obstaculizada cuando el cristiano rehúsa obedecer a Dios. A veces, eso implica dejar lo que es seguro o habitual. ¿Qué riesgo le está llamando el Señor que acepte? Él jamás le fallará. Dé un paso de obediencia, y observe lo que Él hace para que su fe crezca más.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

IMPARABLE



Números 22:31
“Entonces el Señor abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel del Señor que estaba en el camino…”

«De ninguna manera ni por ningún medio, nada ni nadie impedirá que lo haga». A menudo, oigo personas que manifiestan este tipo de actitud cuando tienen una idea o ven una oportunidad que consideran buena y provechosa. Invierten todos sus recursos para lograr el objetivo.

Para probar que esta manera de pensar puede ser errónea, presentaré como testigo una asna que le pertenecía a un hombre llamado Balaam.

Un rey vecino le ofreció a Balaam una tarea rentable, y este le pidió permiso a Dios para aceptarla (Números 22). Cuando Dios le dijo que no, los embajadores del rey mejoraron la oferta. Pensando que el Señor podía cambiar de idea, aquel hombre volvió a preguntarle. Entonces, Dios le permitió que fuera con ellos, pero con ciertas condiciones estrictas. Conocía el corazón de Balaam y no le agradó; por eso, puso a su ángel en el camino. Cuando la asna se negó a seguir avanzando, Balaam se enojó con el animal por impedirle continuar el camino.

La historia de Balaam nos enseña que no hay que vencer todos los obstáculos. Dios coloca algunos para impedir que hagamos cosas insensatas. Cuando algo se interpone en nuestros planes, no debemos suponer que es Satanás el que trata de detenernos. Quizá sea Dios que intenta protegernos. Solo debemos poner en oración nuestros asuntos, pidiéndole al Señor que nos muestre cual es su voluntad.

Dios siempre nos protege; aun cuando no comprendemos que lo necesitamos.

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LEA: Números 22:10-34
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

COMPAÑERISMO CON CRISTO



1 Corintios 10:12
“Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga”.

Recuerde la confianza de Pedro y como cayó. Dijo “Si me fuere necesario morir contigo, no te negare”. Pero antes que el gallo cantó, Pedro le negó tres veces. Su confianza se encontraba en sí mismo; en su propia fuerza y determinación. La Biblia dice “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”, es decir, el que confía en sí mismo.

Pablo dijo, “Yo sé que dentro de mí, es decir, en mi carne, no mora ninguna cosa buena” (Romanos 7:18). ¿Entonces cual es la solución? Compañerismo con Cristo; oraciones en la mañana y devociones, leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia dice: “…Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día