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miércoles, 30 de octubre de 2013

¿NO PUEDES DORMIR BIEN?



Isaías 26:3-4
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos”.

La situación económica que está afectando al mundo entero está siendo motivo de creciente preocupación para los millones de personas que están sufriendo grandes pérdidas en sus finanzas. Millones se han quedado sin trabajo, muchos han perdido sus casas o están a punto de perderlas, otros han visto mermar sus ahorros de toda la vida, provocándoles un estado de temor en cuanto al futuro de sus familias. Este pesimista escenario de incertidumbre económica produce en las personas, por regla general, una condición de ansiedad y angustia que les afecta en muchos aspectos de sus vidas. Una de las consecuencias más comunes es el insomnio, o sea la dificultad para conciliar el sueño. Muchos de ellos se acuestan con la esperanza de dormir y descansar, y después de horas dando vueltas en la cama, al llegar la mañana están más cansados que antes de acostarse.

Dormir bien es sumamente importante para la salud. Se ha establecido que una persona debe dormir alrededor de ocho horas diarias con el fin de reponer fuerzas y descansar el organismo. Es decir, pasamos más o menos una tercera parte de nuestras vidas durmiendo o tratando de dormir. Pero, ¿cuánto planificamos o nos preparamos mental y espiritualmente para esas horas de sueño? Un hombre al cual le costaba mucho trabajo conciliar el sueño y que había probado infructuosamente varios métodos diferentes para resolver su problema, finalmente trató uno que le resultó muy bueno para dormir y lo ha estado practicando desde entonces. Todas las noches, justo antes de apagar la luz, lee un pasaje de la Biblia o medita en un verso que se sabe de memoria. Su propósito es que la última palabra que escuche antes de dormir venga de Dios, no del noticiero nocturno, ni de las condiciones del tiempo, ni de la famosa persona invitada a un programa de entrevistas.

Las palabras del profeta Isaías en el pasaje de hoy se pueden aplicar tanto a nuestra mente consciente como a la subconsciente. Con toda seguridad la “completa paz” que Dios da a aquel cuyo pensamiento en él persevera y pone en él su confianza, le proporcionará a esa persona una buena noche de descanso. En el Salmo 4, el rey David habla de una situación en su vida aparentemente muy difícil, la cual le causaba angustia y probablemente no le dejaba dormir bien. Dice el versículo 1: “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me diste alivio; ten misericordia de mí, y oye mi oración”. Y al final del Salmo David, confiadamente dice: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (v.8).

También el apóstol Pablo, en medio de difíciles pruebas, pudo aconsejar a los cristianos de Filipos lo siguiente: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7). Es decir, tenemos que confiar, no debemos desesperarnos aun en medio de una prueba sino venir delante de Dios en oración y esperar en él. Entonces sentiremos su paz inefable. Recuerda siempre: La preocupación no elimina el problema de mañana, pero lo que sí hace es matar el gozo y la paz de hoy.

¿Te encuentras en medio de circunstancias que causan en ti preocupaciones, angustias y ansiedades y no te permiten conciliar el sueño? “Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará”, dice el Salmo 55:22. El mismo David, en medio de la triste situación creada por la traición de su hijo Absalón (2 Samuel 15 al 17), pudo conciliar el sueño. Así lo expresó en el Salmo 3:5: “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba”.

Aplica esta enseñanza a tu vida. Lee un pasaje de la Biblia antes de apagar la luz, medita en él por unos segundos, ora, y entonces cierra tus ojos para dormir. A sus hijos amados, Dios nos da un sueño tranquilo. No hay insomnio para aquellos cuyos pensamientos perseveran en él.

ORACIÓN:
Mi amante Padre celestial, gracias te doy por la paz y el sosiego que pones en mi corazón cuando me acerco a ti, y te escucho a través de tu palabra. Permite que mi sueño sea tranquilo y reparador. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

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