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miércoles, 13 de marzo de 2013

¿TEMES DAR EL PRÓXIMO PASO?



Josué 3:11-16
“He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la tierra pasará delante de vosotros en medio del Jordán. Tomad, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu. Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón. Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto, cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega), las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó”.

El pueblo de Israel, bajo la dirección de Josué, finalmente estaba muy cerca de la anhelada tierra prometida. Sólo necesitaban cruzar el río Jordán y tomar posesión de “todo lugar que pisare la planta de sus pies”, según le había prometido el Señor a Josué (Josué 1:3). Sin embargo existía todavía un gran obstáculo, pues el Jordán era un río muy caudaloso y nada fácil de cruzar a pie. Pero lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. El Señor le promete a Josué que las aguas del Jordán se dividirían, y ellos podrían pasar al otro lado de la misma manera que cruzaron el Mar Rojo después que salieron de Egipto. Y al igual que en aquella ocasión Dios le dijo a Moisés que extendiera su vara sobre el mar y entonces las aguas se dividieron, ahora le dice a Josué que cuando los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová pisen las aguas del Jordán, estas se dividirían. Y cuando “los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua, las aguas fueron divididas, y el pueblo pasó en dirección de Jericó”. No hay duda de que tanto en una situación como en la otra fue el poder de Dios el que hizo el milagro, pero en ambas ocasiones se requirió que alguien diera un paso al frente.

Al frente de algunos edificios gubernamentales hay una puerta de entrada que se abre automáticamente. Al entrar al edificio se encuentra otra puerta a varios pies de la primera. Por razones de seguridad, la segunda puerta no se abre hasta que la primera se ha cerrado completamente. O sea, después de pasar por la primera puerta, para que esta se cierre totalmente es necesario dar un paso hacia el frente y entonces la segunda puerta se abre. Mientras la persona permanece en la primera puerta, la segunda no se abre. El plan de Dios en nuestras vidas se desarrolla de manera similar a estas puertas automáticas. El Señor no permitirá que la próxima puerta de tu vida se abra mientras tú no te muevas de la primera. El espera que marches adelante, que dejes atrás tu pasado y que, por fe, te extiendas hacia el futuro.

Habiendo entendido perfectamente este concepto, así dijo el apóstol Pablo a los filipenses: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). Como creyentes y seguidores de Cristo, tenemos que marchar hacia adelante pues no está en los planes de Dios que nos quedemos estancados en un punto de nuestras vidas. Él nos ha llamado a salvación para que pasemos la eternidad junto a él. Sin duda encontraremos obstáculos en el camino, pero debemos rechazar todo temor y seguir hacia la meta.

Quizás en estos momentos te encuentres en una situación en la que debes tomar una decisión. Si has estado orando en busca de la dirección de Dios, y has sentido en tu corazón que debes dirigirte en un cierto sentido, da un paso al frente en el nombre del Señor. Tu Padre celestial quiere bendecirte y que disfrutes de la tierra prometida que él tiene para ti. Sólo tienes que tener fe, esforzarte y marchar adelante. Una vez lo hagas, verás la mano de Dios abriendo puertas delante de ti.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego quites de mí todo temor, y aumentes mi fe para marchar adelante confiando en que tú me llevarás a ese precioso lugar que has preparado para mí. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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