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jueves, 28 de marzo de 2013

¿TE SIENTES DESFALLECER?



Salmo 107:4-7
“Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, para que viniesen a ciudad habitable”.

La vida espiritual de millones de personas en este mundo se puede describir de manera similar a la situación de la que nos habla este pasaje. Muchos están perdidos, caminan solos, como por un desierto en el que no hallan sosiego ni descanso para sus almas. Tienen hambre y sed espirituales y no saben qué hacer para saciarlas. Afortunadamente la Biblia nos enseña lo que debemos hacer para conseguir la ayuda que necesitamos en esas circunstancias. Los israelitas clamaron a Dios, y él “los libró de sus aflicciones”, y los guió a un lugar donde pudieron descansar y saciar el hambre y la sed. ¡Qué alivio, qué paz tan grande debieron haber sentido! Esta es la paz de Dios, que está disponible para todos aquellos que claman a él de corazón.

La Biblia está llena de exhortaciones e invitaciones de Dios a venir a él en busca de paz y descanso. En Jeremías 33:3, Dios dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. El Señor nos promete que si clamamos a él, nos responderá y nos mostrará soluciones que nuestra mente no es capaz de imaginar. En Isaías 55:1, el Señor nos hace una invitación por medio del profeta: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. No existe excusa alguna para no aceptar esta invitación; podemos saciar nuestra sed y hambre espirituales completamente gratis. No hay requisitos que tengas que llenar. Solamente creer y aceptar la invitación.

Jesús hace una invitación similar en Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Aquí Jesús se dirige a aquellos que están fatigados, que llevan cargas pesadas sobre sus espaldas, a los que les faltan las fuerzas, quienes están llenos de ansiedad y angustia, y les promete que si vienen a él les dará descanso, no solamente físico, sino un descanso mucho más profundo y duradero, descanso para el alma. E igualmente sin condiciones de ningún tipo, sólo confiar que él puede cumplir esa promesa y aceptar la invitación.

Dios tiene grandes planes para la vida de sus hijos, y si confiamos en el poder, el amor y la misericordia de nuestro Padre celestial debemos estar seguros de que él va a llevar a cabo sus planes, aunque en ocasiones nos parezca imposible. Jeremías 29:11 dice: “Porque yo se muy bien los planes que tengo para ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Y más adelante por medio del mismo profeta Jeremías, Dios nos dice: “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías 32:27).

El apóstol Pablo creyó las promesas de Dios de todo corazón, y con absoluta autoridad dijo que, aun en medio de difíciles pruebas, “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37). Es decir, la victoria ya es nuestra porque Cristo la obtuvo en la cruz del Calvario, ocupando nuestro lugar. Lo único que tenemos que hacer es creerlo y manifestarlo en el nombre de Jesucristo.

Si hoy te sientes sin fuerzas, si tu estado de ánimo está “por el suelo”, si las cargas “te aplastan”, recuerda que delante de ti tienes una invitación del Dios todopoderoso, quien te ama y desea enderezar tu camino y guiarte a un lugar de descanso, de paz y tranquilidad espiritual. Sólo tienes que confiar y clamar a él. Niégate con todas tus fuerzas a aceptar las razones que el enemigo ponga delante de ti. Recházalas en voz alta en el nombre poderoso de Jesucristo. Ten la absoluta seguridad que él te responderá y tu vida cambiará radicalmente.

ORACIÓN:
Amoroso Padre celestial, Dios de amor y de misericordia, hoy clamo a ti en busca de fuerzas, de paz, de descanso para mi alma confiando en que tú eres el único que puede responderme y darme todo lo que yo necesito en este momento de prueba. Te lo pido en el nombre de Jesucristo, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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