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jueves, 28 de marzo de 2013

LECCIONES QUE APRENDEMOS EN GETSEMANÍ



Mateo 26:36-46
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega”.

Cuando tu estás sufriendo, ¿acudes a la Palabra de Dios? Ella es la única fuente con la que podemos contar para recibir vida, esperanza y promesa en situaciones que, de lo contrario, serían desesperantes. Los preceptos bíblicos ilustran cómo lidiar con las pruebas, y cómo no hacerlo. Cuando respondemos como el Señor quiere, la dificultad que amenazaba con causarnos daño, realmente enriquece nuestro carácter y nos permite hacer grandes cosas para Él.

Creo que el sufrimiento más intenso fue el de Jesús en el huerto de Getsemaní. Cristo sabía que, al cargar con nuestro pecado, iba a sufrir no sólo una crucifixión espantosa, sino también toda la ira de Dios. Pero más terrible aun, es que estaría separado de su Padre por primera y única vez. Eso es algo que ningún otro hijo de Dios tendrá jamás que soportar, porque la agonía de Jesús logró la redención de la humanidad. Por eso, sabemos que en cualquier prueba que enfrentemos, Dios estará a nuestro lado, apoyándonos en medio de ella.

Que la experiencia de Jesús en Getsemaní te sirva de ejemplo en tiempos de dificultad. Nuestro Salvador confió plenamente en su Padre, y aceptó su voluntad. Recuerda que Dios tiene el control, y Él le pone un límite a la duración y a la intensidad del dolor. Y, aunque al Señor le duele ver sufrir a sus hijos, nos ama lo suficiente como para permitir las dificultades.

¿Qué prueba estás tu enfrentando? ¿Confías en que Dios tiene el control? Nuestro Padre celestial permite el dolor porque nos ama y sabe los cambios necesarios que el dolor producirá en nuestra vida. Y Él no escatimará ninguna experiencia, esfuerzo o dolor para conformarnos a la imagen de su Hijo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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