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jueves, 24 de enero de 2013

UN MOMENTO DE DEBILIDAD



2 Samuel 11:1-5
“Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa. Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta”.

Todos, en algún momento, tenemos que tomar decisiones cruciales que pueden acarrear consecuencias permanentes. El problema es: ¿Estaremos preparados para cuando llegue ese momento?

David no estaba preparado para tomar una decisión que se le presentó de repente. En una ocasión que estaba inquieto, aislado y preocupado, la tentación y el pecado lo tomaron desprevenido. Por tanto, debemos estar en guardia cuando observemos estas señales en nosotros:

Primera, nunca se permita estar demasiado hambriento. Cuando el cuerpo está debilitado por la falta de comida, es probable que tome malas decisiones. Cuide de su cuerpo, y déle el sostén que necesita.

Segunda, no se permita estar demasiado enojado. La ira puede oscurecer el buen juicio y llevar a decisiones lamentables.

Tercera, no esté demasiado aislado. Cuando usted se siente solo, puede hallarse dispuesto a hacer lo que sea para sentirse amado o aceptado.

Cuarta, no se permita estar demasiado cansado. El sueño es esencial para poder tomar decisiones prudentes. Cuando usted le niega a su cuerpo y a su mente un “tiempo de inactividad”, es probable que tome malas decisiones.

Ser prudente en estos cuatro aspectos podrá evitarle más tarde lamentarse de la decisión que haya tomado.

Comprométase a nunca tomar decisiones importantes cuando se sienta hambriento, enojado, aislado o cansado. Más bien, reconozca en esos momentos que no está preparado para razonar correctamente. Aplace la decisión hasta que pueda enfrentarla con oración, paciencia y sabiduría de lo alto.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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