Isaías 40:25
“¿A qué, pues, me haréis
semejante o me compararéis? Dice el Santo”.
Isaías 55:9
“Como son más altos los cielos
que la tierra, así son… mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.
En 1598, en Francia, el rey
Enrique IV firmó el Edicto de Nantes. Así estaban echadas las bases de la
tolerancia, tan elogiada hoy en día. Pero, ¿sabe usted que la Palabra de Dios nos
propone algo mejor?
Dios no tiene ninguna tolerancia
para con el pecado. ¡En cambio, perdona a todo aquel que cree en Jesucristo!
Tampoco se puede decir que él tolera a los pecadores. En realidad, él hace
mucho más: ¡los ama! Y si los soporta, es para darles el tiempo de volverse
hacia él a fin de que sean salvos.
Dios no nos pide que toleremos el
mal. Nos dice que debemos vencer el mal con el bien (Romanos 12:21). Finalmente
Dios nos enseña, no a tolerarnos unos a otros, sino a amarnos como Cristo lo
hizo y a hacer con los demás lo que quisiéramos que se haga con nosotros. ¡Qué
vasto programa! Éste supera mucho la tolerancia tan preconizada hoy, la que a
menudo sólo es una culpable indiferencia o una pasiva complicidad. ¿Confiaremos
en Dios y aceptaremos tal desafío?
“Gracia y Paz”