Génesis 37:2
“José, siendo de edad de diecisiete
años... informaba José a su padre de la mala fama de ellos”.
Génesis 41:46
“Era José de edad de treinta años
cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto...”.
Génesis 50:22
“Y habitó José en Egipto... y
vivió José ciento diez años”.
Estos versos tienen algo en
común, en que todos inician con un dato cronológico: la edad de José en tres
etapas distintas de su existencia (diecisiete, treinta y ciento diez años).
1.-
Esclavitud
El hogar donde creció José no era
un modelo bíblico por excelencia. Su padre había engendrado doce hijos con
cuatro mujeres distintas, y aunque el joven disfrutaba de un profundo amor
paternal, sufría el odio y el rechazo de sus hermanos. Durante esta etapa de la
juventud, Dios empezó a tratar con José a través de los sueños; mas estos
tratos divinos no hicieron sino acrecentar los celos de sus hermanos.
Además de sus cualidades
espirituales, José estaba dotado de virtudes morales tales como el amor por el
trabajo, la diligencia, la paciencia, y un profundo sentido de la
responsabilidad. El joven había adquirido estas cualidades apacentando las
ovejas de su padre, y éstas se reflejaron en su comportamiento, cuando su padre
lo mandó a buscar noticias de sus hermanos.
El sentido de responsabilidad es
una característica que ha de poseer todo hombre que Dios quiere usar. José
también era un joven que no conocía el rencor. A pesar de que sus hermanos le
daban apodos o sobrenombres, él los seguía llamando sus hermanos (Génesis
37:16). ¿Sabía usted que Dios permite que nos odien y nos traicionen las
personas más cercanas a nosotros para que aprendamos a desarrollar la
templanza? Los hermanos de José lo vendieron como esclavo, por apenas veinte
piezas de plata. El esclavo no era comprado por sus cualidades intelectuales,
sino físicas; no era considerado como persona, sino como un animal o una
máquina de producción.
En esta etapa de su vida José
sufrió una traición familiar, una degradación social y el exilio a un país
lejano y desconocido. Todo esto, siendo inocente y una persona ejemplar a los
ojos de Dios. Sin embargo, desde una perspectiva divina, las tragedias siempre
redundan en bendición.
Las cosas más amargas que podemos
experimentar son tornadas en bendición. Amados lectores, hay cosas que Dios
hace y que nos sorprenden, pero debemos tener la seguridad de que Él tiene el
control de todo.
José tuvo que aprender una
lección en este proceso, la cual un día u otro tendremos que sentarnos a
aprender. Potifar lo compró en el mercado de esclavos, y lo puso a administrar
su casa, o sea, desde una perspectiva personal la situación de José había
mejorado. Sin embargo, la esposa de Potifar puso sus ojos sobre él y empezó a
seducirlo. El joven se negó a entrar en ese juego diabólico por amor a Dios, y
por el sentido de responsabilidad ante la confianza que su amo tenía en él.
Las Escrituras precisan que la
esposa de Potifar lo acosaba día tras día, un eufemismo para indicarnos que
intentaba seducirlo mediante sus actitudes y el lenguaje corporal. Esta
situación duró aproximadamente tres años consecutivos. ¿Cuánto tiempo hubiese
soportado usted? Por desgracia, Satanás ha destruido cantidad de ministros y
ministerios por medio de este tipo de mujeres. Obreros de Dios y hermanos en
Cristo, ¡cuídense!
Esta experiencia permitió que
José demostrara lo que valía en el ámbito moral; y tuvo que huir de aquella
mujer. Mas ella usó la ropa que él había abandonado para hacerle creer a su
esposo que José había intentado violarla. Estas circunstancias llevaron a José
a otra degradación social: de esclavo a preso.
Muchas veces, en nuestra vida
cristiana nos encontramos en situaciones muy intrincadas; y rogamos a Dios que
nos extienda su mano, y en vez de mejorar las cosas, éstas se empeoran y se
tornan más difíciles. El deterioro de alguna circunstancia nunca significa que
Dios ha dejado de llevar el rumbo de nuestra barca. El Señor siempre tiene un
plan predeterminado, y nos lleva de la mano hacia lo que ha designado para
nosotros.
En la esclavitud José aprendió la
obediencia, a huir de las tentaciones y del peligro moral. La cárcel le enseñó
a ser administrador de una institución estatal. Como se sabe, las
interrelaciones con reclusos siempre son difíciles, dado el perfil psicológico
complejo de estas personas; y José aprendió también a lidiar con relaciones
humanas difíciles. Asimismo, en el área espiritual, Dios lo usó en la interpretación
de los sueños de otros prisioneros, como eran el copero y el panadero del rey.
Sin embargo, a pesar de ser un
instrumento útil en el sitio donde se hallaba, José se encontraba sumido en un
estado de incomprensión y de desesperación, como demuestra la petición que hizo
al copero del rey: “Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego
que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón...” (Génesis
40:14,15). Mas el copero se olvidó de él, y José permaneció encarcelado
injustamente durante dos años adicionales.
2.-
Asentamiento y gloria
Hay dos cosas acerca de las
cuales debemos concienciarnos. La primera es que Dios siempre tiene un día y
una hora en las cuales decide entrar en acción; y la segunda, estriba en que el
tiempo de Dios no es nuestro tiempo. Nuestro único deber es hacer la obra que
Dios nos encomienda, y el resto la completará el Señor.
También debemos saber que en
ocasiones Dios nos esconde sus propósitos porque, de saberlo de antemano, los
echaríamos a perder. Nunca podemos adentrarnos en los procesos que Él no nos ha
abierto, porque a veces malogramos los planes divinos por precipitarnos en
algo. Por lo tanto, no importa cuál asignatura de sufrimiento le esté tocando
cursar en la escuela de Dios, confíe en Él y déjele completar su ciclo en
usted.
José estuvo encarcelado diez
años, y tras este período, Dios entró en acción. Faraón tuvo dos sueños que lo
estremecieron, y en aquel trance, el copero del rey se acordó de él. Después de
trece años de sufrimientos, José fue presentado a Faraón y experimentó un
ascenso vertiginoso: pasó de ser preso y clandestino a ser virrey de Egipto.
Los sufrimientos de aquel joven
permitieron que adquiriera experiencia para poder dirigir el país durante el
tiempo de hambruna. José fue pulido por Dios en el ámbito espiritual, moral,
familiar, profesional, interrelacional, etc. También aprendió a ser firme y a
mantener la cabeza fría ante la vanagloria de la vida.
Cuando se encontró en posición de
fuerza frente a sus hermanos que vinieron a comprar trigo en el tiempo de la
hambruna; José usó otra de las cualidades que había adquirido en la cárcel: la
facultad de saber analizar a las personas. Retuvo prisionero a Benjamín, su
hermano menor, para comprobar que a través de los años sus hermanos habían
desarrollado la sensibilidad y el sentido de responsabilidad hacia su padre.
Y es que las experiencias amargas
nos enseñan a conocernos y que los demás puedan reconocer en nosotros la
presencia de la gracia del Señor. La gloria que alcanzó no fue un arma de
venganza para José, sino que supo perdonar a sus hermanos, los abrazó y supo
cómo hablar a sus corazones. Hermanos… a veces, cuando alcanzamos la gloria,
nos negamos a iniciar un proceso de restauración en los que nos hirieron. Nos
ponemos en lugar de Dios para repartir juicios y castigos, y nos dedicamos a
herir así como nos hirieron a nosotros también.
Sin embargo, aquel hombre sufrido
había entendido que Dios usó la maldad misma de sus hermanos para preparar un
camino de salvación para su familia y para todo un pueblo. “Y les respondió
José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal
contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para
mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os
sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al
corazón” (Génesis 50:19-21).
En conclusión, amados hermanos,
Dios tiene siempre un propósito específico en todas las situaciones que nos
tocan vivir. Sus planes y sus designios son perfectos, y mientras no nos
soltemos de su divina mano, llegaremos a una meta que Él ha preestablecido. No
importa que no entendamos ahora lo que Él viene realizando y por qué guarda
silencio ante nuestras quejas. Así como José, lo comprenderemos más adelante.
Haga usted también provisión
espiritual para poder repartir aquellas cosas que Dios le ha dado, y supla la
hambruna espiritual de otros. Sobre todo, que nunca se agoten nuestras reservas
espirituales de trigo y de aceite.
No estamos aquí por casualidad,
Dios nos llamó para una misión específica. Tenemos la responsabilidad de
conservar la vida espiritual de un pueblo que perece por falta de Palabra y de
Enseñanza Doctrinal.
“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina