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lunes, 19 de noviembre de 2012

¿TIENES ALGO DE LO QUE TE JACTAS?



Filipenses 3:4-8
"Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo".

¿Sientes orgullo por algún don o virtud que posees? Quizás tienes mucha facilidad para la música, o la pintura, o la enseñanza, o la mecánica, o la oratoria, o tienes cualquier otra cualidad que te hace sobresalir en un grupo, y por lo tanto recibir muchos halagos de aquellos que te rodean. ¿Cómo reaccionas ante los halagos? ¿Cuál es tu actitud?

En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo declara una lista de cosas de las cuales perfectamente podría jactarse. Pero la razón que él tiene para mencionarlas no es jactancia, sino todo lo contrario. Pablo les asegura que todas esas cosas en un tiempo eran para él “ganancia”, es decir cosas que daban valor a su persona y lo elevaban a niveles sociales superiores en aquellos tiempos. Su linaje, sus conocimientos, sus títulos... Pero ahora todas esas cosas, dice Pablo, “las he estimado como pérdida.” ¿Por qué? “Por amor de Cristo.” Renunciar a privilegios que traen beneficios y bienestar a nuestras vidas no es fácil, y si lo hacemos, con toda seguridad tiene que haber una razón muy poderosa. La experiencia de Saulo de Tarso en el camino a Damasco, su encuentro personal con Jesucristo y su posterior transformación en uno de los más grandes evangelistas de todos los tiempos produjeron en él una razón tan poderosa que Pablo declaró: “Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”.

Atenágoras era un filósofo que vivía en Atenas en la segunda mitad del siglo II, el cual se propuso escribir en contra de los cristianos y con ese motivo comenzó a leer sus escritos. Mediante esa lectura, Dios le abrió los ojos y el filósofo se convirtió en un cristiano. Entonces, en lugar de atacar a los discípulos de Jesús, los defendió, y en el año 177 presentó al emperador romano Marco Aurelio, filósofo él también, un escrito a favor del cristianismo. Atenágoras se jactaba de sus conocimientos filosóficos, y esto era para él lo principal en su vida. Hasta que conoció a Jesucristo a través de los escritos cristianos. Entonces su vida y sus prioridades cambiaron. Y lo que antes atacaba se convirtió en objeto de su defensa, mientras que lo que consideraba de valor, al igual que el apóstol Pablo, llegó a considerarlo “como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”.

Si no has tenido una experiencia similar a la de estos hombres, comienza a escudriñar las Escrituras. Cada día dedica un tiempo a leer la Biblia y a orar. Poco a poco irás conociendo al Señor, y una fuerza interior muy poderosa, su Santo Espíritu, irá cambiando tus prioridades y llegarás a deleitarte en el conocimiento del Dios todopoderoso. En Jeremías 9:23-24, a través del profeta, Dios dice: “No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el Señor que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco.” Si de algo debemos gloriarnos o jactarnos es de entender y conocer profundamente a Dios. De nada más.

ORACIÓN:
Bendito Padre, gracias por tu santa palabra, por medio de la cual puedo conocerte. Ayúdame a meditar en ella cada día de mi vida y a dejar a un lado todo aquello que verdaderamente no tiene valor. Dame discernimiento espiritual para conocerte y entenderte cada vez más. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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