Deuteronomio 15:8
“Abrirás [al pobre] tu mano
liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite”.
Un hombre que no tiene dónde
vivir pasa tiempo en una biblioteca local. Una tarde, mientras el encargado estaba
escribiendo allí, se tomo un receso para almorzar. Después de terminar la
primera mitad de un emparedado de pavo y queso suizo, se le quedo viendo a la
cara de ese hombre. Minutos después, le ofreció la mitad de su almuerzo, que no
había tocado, y la aceptó.
Ese breve encuentro hizo
comprender al encargado que con todo lo que Dios le ha dado, debía hacer más
para ayudar a los menos afortunados. Más tarde, mientras meditaba en eso, leyó
las instrucciones de Moisés sobre proveer para los pobres. Les dijo a los
israelitas: «no […] cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él
tu mano liberalmente» (Deuteronomio 15:7-8). Una mano abierta simboliza cómo
quería Dios que su pueblo supliera las necesidades de los pobres: con
disposición y generosidad. Sin excusas ni egoísmo (v. 9). El Señor había sido
generoso con ellos y deseaba que dieran con la misma actitud lo suficiente para
suplir «lo que necesite» el menesteroso (v. 8).
Cuando abrimos generosamente la
mano para ayudar al pobre, Dios nos bendice por nuestra bondad (Salmo 41:1-3;
Proverbios 19:17). Con su guía, considera cómo ayudar con liberalidad a otros
en el nombre de Jesús, al «[dar] tu pan al hambriento, y [saciar] al alma afligida»
(Isaías 58:10).
Puedes
dar sin amar, pero no puedes amar sin dar.
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LEA: Deuteronomio 15:7-11
Biblia en un año: Efesios 4–6
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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