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domingo, 25 de noviembre de 2012

CUANDO ENTRA EL TEMOR



Salmo 56:3
“En el día que temo, yo en ti [Dios] confío”.

Cuando mi hija gritó: «¡Mamá, un bicho!», miré hacia donde señalaba y vi, fuera de una tienda de mascotas, la araña más grande que jamás había visto. Tanto la araña como yo sabíamos que no le permitiría entrar a la tienda, ni mucho menos acercarse a mi hija. Sin embargo, cuando la enfrenté, descubrí que no podía dar ni un paso para poner fin a la confrontación. Se me aceleró el pulso, tragué saliva y me dije algunas palabras de aliento. Aun así, el miedo hizo que no pudiera moverme ni un centímetro.

El temor es poderoso, y puede superar la lógica del pensamiento y generar una conducta irracional. Gracias a Dios, los creyentes no tienen por qué permitir que el miedo (a las personas, las situaciones o, incluso, las arañas) gobierne nuestras acciones. Podemos declarar: «En el día que temo, yo en ti [Dios] confío» (Salmo 56:3).

Adoptar esta postura contra el miedo es coherente con la instrucción bíblica que expresa: «Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia» (Proverbios 3:5). Nuestra perspectiva puede inducirnos a sobreestimar el objeto que nos asusta y a subestimar el poder de Dios. Cuando tenemos miedo, podemos depender de la perspectiva divina (Isaías 40:28) y confiar en que su amor por nosotros «echa fuera el temor» (1 Juan 4:18). La próxima vez que el miedo trepe a tu vida, no entres en pánico. Dios es confiable aun en la oscuridad.

Confiar en la fidelidad de Dios disipa nuestro temor.

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LEA: Salmo 56

Biblia en un año: 1 Corintios 9–12
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

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