Salmo 145:5
“En la hermosura de la gloria de
tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré”.
Todos los veranos, miles de
televidentes del programa Good Morning America [Buenos Días, Estados Unidos]
votan para elegir el mejor lugar del país. Me encantó cuando anunciaron que el
ganador de 2011 era un lugar del estado donde vivo. Debo reconocer que no
esperaba que el sitio premiado estuviera prácticamente en el fondo de mi casa.
Me recordó cuando mi esposa Martie y yo visitamos las Cataratas del Niágara. Un
hombre que estaba por ahí se dio cuenta de que éramos turistas y bromeó,
diciendo: «No tienen nada de raro. Las veo todos los días».
Con cuánta facilidad nos
acostumbramos a lo que nos rodea y nos volvemos insensibles ante lo conocido;
incluso lugares o experiencias que anteriormente nos deleitaron muchísimo.
Aunque la gloria de Dios se manifiesta con claridad en todo lo que nos rodea, a
veces, el ajetreo de la vida nos nubla la vista. Damos por descontada su obra
asombrosa en nuestra vida. La cruz ya no nos maravilla. Nos olvidamos del
privilegio de ser sus hijos, descuidamos el placer de su presencia y no
valoramos la belleza de su creación.
Me encanta la declaración del
salmista: «En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos
maravillosos meditaré» (Salmo 145:5). Dediquemos hoy un tiempo para meditar en
los «hechos maravillosos» de Dios y renovemos un atisbo de su gloria.
«Si
lo creado es tan maravilloso, ¡cuán hermoso será Aquel que lo creó!» — Antonio
de Padua.
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LEA: Salmo 145:1-13
Biblia en un año: Marcos 14–16
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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