Efesios 5:14-17
“Por lo cual dice: Despiértate, tú
que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Mirad, pues,
con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien
el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos
de cuál sea la voluntad del Señor”.
Nuestras vidas se rigen por el
tiempo. Es por eso que relojes y calendarios dictan nuestras actividades. Con
el paso del tiempo nos preguntamos a dónde se nos fue el día. Cuando aumentan
las responsabilidades y las presiones, nos quejamos: “¡No me alcanza el tiempo
para hacerlo todo!” Pero la realidad es que Dios nos ha dado suficiente tiempo
para hacer lo que Él ha previsto para nuestras vidas. Quizás el problema más
grande es saber si estamos utilizando nuestro tiempo para hacer nuestra
voluntad o la del Señor.
El tiempo es un regalo de Dios, y
el Señor nos ha asignado una medida del mismo en el cual vivir y cumplir sus
propósitos. Solo tenemos dos opciones: gastarlo temporalmente en nuestros
propios intereses, o invertirlo para la eternidad. Dado que el tiempo nunca
puede ser recuperado o revertido, es esencial que aprovechemos al máximo todas
las oportunidades que nos da el Señor.
La clave para invertir en la
eternidad, es obedecer el plan de Dios, y no es llenarnos de actividades. Jesús tuvo solo treinta y
tres años de vida en la Tierra ,
pero solamente utilizó los últimos tres para realizar su ministerio mesiánico.
Para nosotros, eso parece una pérdida de tiempo, pero Cristo hizo la voluntad
del Padre. Fue por eso que pudo decir en la cruz: “Consumado es” (Juan 19:30).
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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