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martes, 16 de octubre de 2012

¿ERES TÚ UN BUEN TESTIGO DE JESÚS?


Juan 4:39-42
“Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”.

El mayor anhelo de Dios es la salvación de la humanidad. Con ese fin, él envió a su Hijo Jesucristo, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). El medio principal que Dios usa para hacer llegar al mundo las buenas nuevas de su plan de salvación son sus hijos. Pero si queremos ser instrumentos eficientes, tenemos que estar seguros de que vamos a tratar a aquellos que nos rodean de una manera especial, tal y como hizo Jesús.

En Juan capítulo 4, la Biblia nos habla del encuentro de Jesús con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Los judíos tenían muy mal concepto de los samaritanos, y trataban por todos los medios de no tener ningún tipo de contacto con ellos. Sin embargo, Jesús inició la conversación con aquella mujer cuando ella vino a buscar agua al pozo, y le pidió agua para beber (v. 7). Ella, sorprendida, le contestó: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí”.

Además de samaritana, aquella mujer era adúltera, y su estilo de vida era obviamente pecaminoso y despreciable para cualquier persona de principios. Pero Jesús continuó la conversación tratándola con dignidad, y le habló de la fuente de verdadera felicidad, la única que podría llenar su corazón profundamente y para siempre. Como resultado, ese día ella conoció al Mesías personalmente y depositó en él su fe. Pero no se detuvo ahí, sino que regresó a la ciudad y comenzó a contar a todos su experiencia con el Señor (v.28-29). El pasaje de hoy nos muestra la conclusión del proceso que comenzó con la iniciativa de Jesús de entablar una conversación con la mujer samaritana. Aquí vemos como muchos de sus conciudadanos, al escuchar el testimonio de ella, se sintieron impulsados a buscar a Jesús, y al encontrarlo, muchos creyeron en él.

En nuestro diario caminar por este mundo vamos a encontrarnos gentes de diferentes niveles en el aspecto espiritual. Algunos están buscando, otros son escépticos, otros están maduros y listos para responder positivamente. Hay también aquellos que son rebeldes y recalcitrantes, y para estos quizás sea mas difícil la decisión de venir a Cristo. Por eso es que tú y yo debemos estar preparados para aprovechar toda oportunidad que se presente, y tomar la iniciativa de comenzar una conversación, tal y como Jesús hizo.

Todos venimos a Jesús de maneras diferentes y de diversos trasfondos. Y si tú quieres ser un testigo eficaz de Cristo, debes estar dispuesto a salir de tu medio ambiente de bienestar, y testificar a las personas donde quiera que se encuentren. Es posible que estés esperando esa preciosa oportunidad de compartir tu testimonio de conversión con alguien, o quizás estés en espera de que alguien te pregunte acerca del Señor, simplemente al ver tu manera de actuar. Pero si bien esto puede suceder ocasionalmente, mucho más común es el hecho de que una persona llega a conocer a Cristo porque alguien hizo el esfuerzo de llegarse a ella e interesarse por su bienestar, o darle una palabra de aliento o de alguna manera mostrarle el amor de Dios. Si cada cristiano actuara de esta manera, ten la completa seguridad que el mundo en que vivimos sería muchísimo mejor.

Ora para que el Espíritu Santo te dirija a esas personas que necesitan conocer al Señor, y te capacite para hablarles de manera que puedas ser un instrumento efectivo para que conozcan la fuente de salvación y vida eterna.

ORACIÓN:
Padre mío, te ruego que me des sabiduría para hablar a otros de tu Hijo Jesucristo y la vida eterna que tú nos ofreces a través de él. Pon en mi corazón la motivación y la iniciativa de llegarme adonde quiera que haya un alma que no te conozca, aunque requiera un sacrificio de mi parte. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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