1 Tesalonicenses 5:18
“Dad gracias en todo, porque esta
es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
Durante el invierno, en Lansing,
Michigan, no tenemos muchos días soleados, pero el año pasado, Dios nos bendijo
con una de esas jornadas hermosas. Sin embargo, parecía que casi todos estaban
dándole gracias al Señor, excepto yo. Cuando salí de la oficina, un hombre
dijo: «Qué día hermoso tenemos. ¡Es un regalo de Dios!». Ante lo cual respondí:
«Sí, pero vamos a tener nieve para el fin de semana». ¡Qué ingrato!
En sus cartas, el apóstol Pablo
ayudaba a sus lectores a desarrollar la teología del agradecimiento. Habló de
la gratitud más que cualquier otro escritor del Nuevo Testamento. De las 23
veces que usó el término, aprendemos algunas lecciones sobre la acción de
gracias.
El agradecimiento siempre iba
dirigido a Dios y nunca a la gente. Las personas eran regalos divinos, y Pablo
daba gracias al Señor por el crecimiento, el amor y la fe de ellas (1 Corintios
1:4; 1 Tesalonicenses 1:2).
La acción de gracias se ofrece
con respecto a todas las cosas por medio de Jesucristo (Colosenses 3:15, 17).
Pablo estaba convencido de que los seguidores de Cristo podían agradecer por
todo porque Dios es soberano y porque obra para beneficio de los creyentes (1
Tesalonicenses 5:18).
Que el Señor nos ayude a tomar
conciencia de todas las dádivas divinas que nos rodean y a ser agradecidos.
Ante esas cosas, es natural decir: «Gracias, Señor».
La
gratitud es una respuesta natural a la gracia de Dios.
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LEA: 1 Tesalonicenses 5:16-19
Biblia en un año: Marcos 4–6
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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