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viernes, 21 de septiembre de 2012

¿QUIERES ASCENDER EN LA VIDA?


Marcos 10:35-45
“Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

Sin duda Jesús conocía el carácter humano, y la natural tendencia del hombre a querer sobresalir por encima de los demás a toda costa. Cuando Juan y Jacobo le hicieron al Señor la ambiciosa petición, lo primero que él les dijo fue: “No sabéis lo que pedís”. Uno de los problemas fundamentales de la raza humana es que demasiadas personas tratan de hacer lo menos que pueden y pretenden recibir más que los demás. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios solamente aquel que está dispuesto a dar más de lo que recibe, es decir el que está dispuesto a servir a los demás, podrá genuinamente ascender en la escala de la vida. Por eso Jesús les dio a ellos y a los demás discípulos una gran enseñanza: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Jesús tenía la fuerza moral y la autoridad para hacer esta declaración a sus discípulos, pues él mismo había dado el ejemplo, ya que “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8). Y por actuar de esta manera, en obediencia total al plan de salvación diseñado por el Padre, “Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9).

Una pequeña historia cuenta que había una vez un papalote al que le encantaba volar a gran altura. Nada lo hacia mas feliz que quedar atrapado en una fuerte brisa que lo remontara bien alto. Sin embargo, poco a poco el papalote se fue sintiendo insatisfecho. ¿No seria maravilloso poder volar incluso más alto de lo que le permitía la cuerda? En lo único que pensaba era en el día que flotase tan alto que las casas le parecieran pequeños puntitos abajo, y que pudiera rozar las nubes. Así que jalaba y jalaba la cuerda con la esperanza de liberarse. Un día, la cuerda se rompió. Por un momento, el papalote se sintió muy exaltado, pues se elevó aun más. Pero entonces empezó a dar volteretas, y a perder el control, y al poco tiempo se estrelló contra el suelo.

Desafortunadamente nosotros actuamos así muchas veces. Queremos ascender en la vida por medio de patrones humanos, pero los resultados que obtenemos son todo lo contrario. Jesús dejó claramente establecido que esa no es la manera de actuar que Dios espera de sus hijos, sino todo lo contrario. La exaltación se logra por medio de la humildad y del servicio a los demás. “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”, declaró el Señor en Mateo 23:12.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a aplicar a mi vida esta preciosa enseñanza. Por favor, pon en mí un espíritu de humildad y servicio, de manera que yo actúe siempre imitando a tu Hijo en todo, para que tú me exaltes cuando fuere tu tiempo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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