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martes, 18 de septiembre de 2012

EL RENDIR CUENTAS ES BÍBLICO


Santiago 5:13-16
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.

Hay abundantes mandatos bíblicos en cuanto a rendirnos cuentas unos a otros. Pero, para muchos, la idea de revelar información personal parece negativa o incluso una invasión de la privacidad. Tal confesión parece ser un obstáculo para la búsqueda del gozo, la prosperidad y el prestigio. La mayoría de las personas prefieren ser reservadas y no involucrar a nadie más en sus asuntos.

La Biblia, sin embargo, deja claro que los cristianos deben apoyarse mutuamente en este sentido: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16).

La rendición de cuentas en el cuerpo de Cristo es un principio bíblico. Los miembros de la iglesia se sujetan a su pastor (Hebreos 13:17). Pablo nos dice que nos sometamos unos a otros (Efesios 5:21). Sin embargo, él era responsable ante la iglesia (Hechos 14:27), así como Timoteo estaba subordinado a él (1 Timoteo 4:13-16). Los apóstoles estaban, por supuesto, bajo la autoridad de Jesús (Lucas 10), así como Jesús estaba sometido al Padre (Juan 8:28, 29). Y, lógicamente, la Biblia nos dice que toda la iglesia está sujeta al Señor Jesucristo (Efesios 5:24). Independientemente de la posición de la persona, todo el mundo es responsable ante alguien. Y esto es válido para toda la familia de la fe, desde la congregación hasta el Señor mismo, quien sirvió a Dios Padre.

Las personas evitan rendir cuentas por diversas razones, entre ellas orgullo, ignorancia y temor. Esta es una actitud peligrosa, pues nuestro enemigo conoce nuestras debilidades y sabe cómo explotarlas. Pero podemos vencer con el apoyo de nuestros hermanos en la fe, mediante el poder del cuerpo de Cristo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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