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domingo, 9 de septiembre de 2012

¿COMO SABES CUÁL ES LA VOLUNTAD DE DIOS?


Filipenses 2:13
“Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”

Te has preguntado alguna vez: ¿Cómo sé que estoy haciendo la voluntad de Dios?, o ¿Cuál será la voluntad de Dios en este asunto? La Biblia dice que Dios obra en cada uno de nosotros, y lo hace a través de su Espíritu Santo. Y su objetivo principal es llevar a cabo su plan, es decir su voluntad en cada creyente. Claro que cada uno de nosotros puede rechazarla, pues Dios no produce su obra en forma automática; él espera que seamos receptivos de manera que podamos recibir y aceptar su voluntad en nuestras vidas.

Cuando buscamos verdaderamente conocer la voluntad de Dios, lo primero que debemos hacer es echar a un lado nuestra propia opinión sobre el asunto. Para lograrlo tenemos que orar a Dios con toda sinceridad, mostrando nuestra decisión de no tener en consideración nuestros conceptos e ideas al respecto y suplicándole que nos muestre su voluntad. Y debemos orar de esta manera continuamente hasta que estemos seguros de que hemos entendido la voluntad de Dios. Entonces él estará libre para influir sobre nosotros de manera que podamos discernir con claridad sus deseos e intenciones en nuestras vidas.

¿Y cuándo sabemos que los deseos de nuestro corazón provienen de Dios y no de nosotros mismos? En primer lugar cuando esos deseos concuerdan perfectamente con la Palabra de Dios. Para cerciorarnos bien de que lo que estamos deseando proviene de la voluntad de Dios debemos hacer un análisis honesto de nuestros sentimientos, y compararlos con lo que nos dice la Biblia al respecto. En segundo lugar, una confirmación de que estamos en la voluntad de Dios es sentirnos invadidos por un profundo sentimiento de paz en nuestros corazones. Romanos 12:2 dice que la voluntad de Dios es “agradable y perfecta”. Por eso el Salmo 119:165 afirma: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. El rey David experimentó estos dos aspectos en su vida, y en el Salmo 40:8 pudo declarar: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”.

Debemos también observar con mucha atención las circunstancias que se mueven a nuestro alrededor, porque cuando Dios muestra su voluntad esas circunstancias cambian. Cuando de todo corazón hemos pedido su dirección, él abre o cierra puertas para indicarnos si le agrada o no el camino que hemos tomado. Si las circunstancias son adversas, y por mucho que tratemos de avanzar tropezamos una y otra vez, entonces debemos detenernos y consultar de nuevo con el Señor. Una vez Dios nos muestra su voluntad debemos dejar de usar nuestra propia fuerza, pues él nos capacita para lograr su propósito. El pasaje de hoy dice que Dios es quien produce en nosotros tanto “el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

Al actuar en la voluntad de Dios debemos ser pacientes, y mantenernos en oración. Cuando Elías estaba orando a Dios en el monte Carmelo para que trajera lluvia a la región (1 Reyes 18:41-46), lo hacía sabiendo que era la voluntad de Dios, pues el Señor ya le había hablado antes al profeta. Elías le pidió a su siervo que subiera a la cima del monte para que observara si veía alguna señal de lluvia. Dice la Biblia que subió seis veces y no vio nada, pero Elías se mantuvo orando, y a la séptima vez su siervo vio que una pequeña nube se elevaba del horizonte, y fue y se lo comunicó a Elías. Entonces él le dijo al siervo: “Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia”.

Cuando sabemos que estamos haciendo la voluntad de Dios, debemos estar confiados en los resultados. Dios se encarga de mover las circunstancias para que se lleve a cabo aquello que estamos esperando conforme a sus planes para nuestras vidas. Y en algún momento él comienza a mostrarnos pequeñas señales, y entonces sabremos que estamos a punto de recibir lo que deseamos.

ORACIÓN:
Padre eterno, reconozco ante ti que muchas veces he preferido hacer mi voluntad en situaciones de mi vida, y he tenido que pagar las consecuencias. Te ruego me perdones y me des sabiduría para discernir tu voluntad que es perfecta y agradable. Y dame las fuerzas para obedecerte aun en contra de mis deseos. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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