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jueves, 2 de agosto de 2012

YO HONRARE A LOS QUE ME HONRAN


1 Samuel 2:30
“Yo honraré a los que me honran”, así dijo Dios a Elí, el Sumo Sacerdote, y añadió: ...y los que me desprecian serán tenidos en poco”

Todo esto por consentir el pecado de adulterio de sus dos hijos: Ofni y Finees y, peor aún, permitir que estos adúlteros continuaran oficiando en el ministerio sacerdotal.

El predicador, pastor o ministro que comete adulterio se deshonra a sí mismo; deshonra su hogar, su esposa e hijos; deshonra su ministerio, la Iglesia que pastorea, la Obra de Dios; y por consiguiente, se descalifica a sí mismo para el ministerio cristiano, que es santo, honesto, bíblico; lo cual Dios demanda en las Sagradas Escrituras, y que es superior al ministerio sacerdotal del Antiguo Testamento, así como Cristo es mayor que Aarón.

En nuestra Obra Misionera, todos debemos dar siempre al Dios Trino toda la gloria y reconocimiento.

Queremos honrarle en todo: En la obediencia, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios; en la proclamación de la Redención mediante el sacrificio del Señor Jesucristo; en el Bautismo, los Dones y Frutos del Espíritu Santo; queremos honrarle con un ministerio de vida santa, de testimonio limpio y de profundidad espiritual. Queremos honrarle en la letra y música de los himnos; en la reverencia y en el orden en la Casa de Dios; queremos honrarle en todo.

Cuando honramos a Dios, en toda la escala de valores que emanan de las Sagradas Escrituras, Él cumple Su Palabra cuando dice: “YO HONRARÉ A LOS QUE ME HONRAN, Y LOS QUE ME DESPRECIAN SERÁN TENIDOS EN POCO”.

Elí, el Sumo Sacerdote junto con sus dos hijos, adúlteros consentidos, fueron cortados del ministerio y muertos por la mano de Dios.

“¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”, Hebreos 10:31.

“Gracia y Paz”
Impacto Evangelístico

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