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domingo, 19 de agosto de 2012

¿ESTÁS HABLANDO LA PALABRA DE DIOS?


1 Pedro 4:10-11
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Cada creyente tiene la responsabilidad de usar el don que ha recibido del Espíritu Santo para ministrar a los que están a su alrededor. Pero tenemos que ser muy cuidadosos, y hacerlo de manera que esté de acuerdo a la voluntad de Dios expresada en su Santa Palabra. Si tenemos la oportunidad de hablar a otros acerca de los planes de Dios para el mundo, debemos tener sumo cuidado en hablar conforme a lo que está escrito en la Biblia, y no basados en nuestras propias ideas o principios. Hay quienes, movidos por el deseo de servir al Señor, se apresuran a exponer ciertos conceptos, que en apariencia están correctos, pero que en realidad difieren del verdadero mensaje de la Palabra. Para evitar esto, es necesario que conozcamos la Palabra de Dios profundamente. Por eso es tan importante escudriñar la Biblia cada día en busca de ese conocimiento con el cual podamos ministrar correctamente. La Palabra de Dios es poder, pero para que este poder sea efectivo tiene que ser usado conforme a como Dios lo da, “para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo”, dice el pasaje de hoy.

David usó la Palabra de Dios con poder al escribir sus salmos, y han sido de tremenda inspiración a través de los siglos en infinidad de diferentes situaciones. Esto ha sido posible porque David meditaba día tras día en las Escrituras, como él afirma en el Salmo 119:97: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. Y más adelante declara: “De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Salmo 119:104). Esta es la clave del conocimiento de la verdad. Cuando leemos la Biblia diariamente y meditamos en ella, pidiendo discernimiento al Espíritu Santo, poco a poco iremos entendiendo con perfecta claridad el mensaje de Dios tal y como fue originalmente inspirado a los santos que lo escribieron. Alguien dijo que la Biblia es el único libro cuyo autor está siempre a nuestra disposición, a cualquier hora y en cualquier lugar. Hagamos uso de este privilegio y de todo corazón, al leer la Santa Palabra, roguemos al Señor que aumente nuestro entendimiento espiritual.

También tenemos que tener presente siempre que no está bien saltar a conclusiones sobre la interpretación de un cierto pasaje bíblico sin tener en cuenta el contexto en el que fue escrito, y sobretodo el carácter de Dios y el propósito fundamental que él desea transmitir a través de toda la Escritura, de Génesis a Apocalipsis. Por ejemplo, si conocemos el infinito amor de Dios expresado a través de toda la Biblia, no podemos interpretar que una acción llevada a cabo por el Señor en un momento determinado, por drástica que parezca, haya sido motivada por algún otro sentimiento que contradiga el amor de Dios, puesto que “Dios es amor”. (1 Juan 4:8).

La Hermenéutica (del griego hermeneutiké, "arte de explicar, traducir, o interpretar") es la ciencia y arte de la interpretación, cuyo fin es determinar el significado exacto de las palabras mediante las cuales se ha expresado un pensamiento. Un profesor de Hermenéutica enseñó a sus alumnos: “Nunca den a un pasaje una interpretación que contradiga el sentido natural de cinco, diez, o veinte pasajes de la Escritura”.

Si tienes en cuenta todas estas sugerencias, y sobretodo si te haces el hábito de leer la Biblia diariamente, y meditar en ella, y orar en busca de discernimiento espiritual, cuando hables y cuando ministres lo harás en el poder de la Palabra de Dios, y su nombre será glorificado.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, te ruego abras mi entendimiento espiritual, para poder entender con toda claridad tu Santa Palabra, y así hablar y ministrar a otros conforme al poder que tú das. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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