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domingo, 22 de julio de 2012

RODEADO DE ORACIÓN



 Romanos 15:30
“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios”.









Sydnie, la hija de nueve años de mi amiga Melissa, estaba internada en el hospital para que le aplicaran quimioterapia y le hicieran un trasplante de médula ósea, cuando soñé con ella. En mi sueño, la niña estaba con sus padres en una habitación central del hospital. Alrededor del cuarto, había una serie de salones donde los familiares y los amigos estaban orando constantemente por ella durante los períodos de tratamiento.

En la vida real, Sydnie no estaba físicamente en el centro de parientes y amigos en habitaciones adyacentes, pero, espiritualmente hablando, aún se encuentra rodeada de oraciones y de amor.

Al parecer, el apóstol Pablo tenía deseos de estar rodeado de oraciones. En la mayoría de sus cartas a las iglesias, pedía que lo recordaran en oración delante del Señor (2 Corintios 1:11; Efesios 6:18-20; Colosenses 4:2-4; Filemón 22). A los creyentes en Roma, les escribió: «… os ruego, hermanos, […] que me ayudéis orando por mí a Dios» (Romanos 15:30). Sabía que no podía ser eficaz en su servicio a Dios sin el poder del Altísimo.

La Biblia nos relata que Jesús ora por nosotros (Juan 17:20; Hebreos 7:25), y que también lo hace el Espíritu Santo, cuyas plegarias son acordes a la voluntad de Dios (Romanos 8:27). ¡Qué consolador es estar rodeado de oraciones!

La oración impulsada por el Espíritu Santo es poderosa.

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LEA: Romanos 15:22-33
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Biblia en un año: Eclesiastés 4–6
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

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