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sábado, 23 de junio de 2012

SALMO 23


SALMO 23

Todos estamos familiarizados con el Salmo 23. Su mensaje de consuelo es muy conocido aun entre los incrédulos. Este  Salmo célebre fue escrito por el Rey David, y su pasaje más famoso está en el verso de entrada: “Jehová es mi pastor; nada me faltará.”

La palabra Hebrea que David usa para faltará en este verso indica un significado de no tener. David está diciendo, en otras palabras, “No me faltará nada”. Cuando combinamos este significado con la primera parte del verso, David está diciendo, “El Señor me dirige, me guía y me nutre, y por eso, nada me falta”.

En este verso breve, David nos da todavía otro reflejo del carácter y la naturaleza del Señor. La traducción literal en Hebreo de la primera parte de este verso es Jehová Rohi (Ra’ah). Significa “El Señor mi pastor”.

Jehová Rohi no es un pastor benigno y pasivo. El no es como un asalariado – alguien que sólo provee comida y guía. El no solamente apunta hacia los pastos y las lagunas de agua y nos dice, “Ahí está lo que necesitas, Ve y come”. Ni tampoco se hace el ciego a nuestras necesidades. El no corre hacia el lado opuesto cuando escucha nuestros gritos de ayuda ni cuando ve que estamos en problemas. No, él conoce cada dolor que soportamos, cada lágrima que derramamos, cada herida que sentimos. El conoce cuando estamos demasiado cansados para dar otro paso hacia adelante. El sabe cuánto podemos soportar. Más que nada, él sabe cómo rescatarnos y llevarnos a un lugar para sanarnos. Una y otra vez, nuestro pastor viene a nosotros, nos trae y nos lleva a un lugar de descanso. Él continuamente nos hace descansar para tener un tiempo de sanidad y restauración.

Jehová Rohi - el Señor nuestro pastor – nos insta a que lo sigamos para ir a su descanso, para que él pueda “shekinah” en medio de nosotros. El Señor dice en Éxodo 29:45, algo  “Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios”. La palabra Hebrea para “habitaré” aquí es Sekinah, que significa “permanecer por”, o “asentarse junto a”. Esta palabra no significa una presencia pasajera, sino una presencia permanente – una presencia que nunca nos deja. En corto, la gloria sekinah de Dios no es una marca que desaparece de nuestros corazones como una tinta invisible. No, es algo que Dios implanta permanentemente en nuestra alma. Es su eterna y muy cercana presencia.

Este cuadro aquí es glorioso: Nuestro pastor ofrece venir a nosotros en medio de nuestro dolor y de nuestra condición de depresión, y sentarse junto a nosotros. Él promete curar nuestras heridas y enderezar las partes nuestras que han quedado enfermas y malogradas.

Esa es la gloria sekinah de Dios. La presencia del Señor que permanece y que dura para siempre. Y muy a menudo la experimentamos cuando estamos en apuros. Nuestro gran pastor nos dice, “Yo quiero restaurarte. Y lo voy a hacer estando presente contigo, aún en el valle y en las sombras de muerte. Mi presencia estará contigo a través de todo lo que el enemigo lance contra ti. Aún si tratas de alejarte de mí, yo voy a correr tras de ti. Y cuando te alcance, te tomaré en mis brazos y te llevaré a mi descanso. Entonces vendaré tus heridas y sanaré todas tus enfermedades”.

“Gracia y Paz”
(David Wilkerson)

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