1 Samuel 7:10-12
“Mientras Samuel estaba
ofreciendo el holocausto, los filisteos se acercaron para pelear con Israel.
Mas el Señor tronó con gran estruendo aquel día contra los filisteos y los
confundió, y fueron derrotados delante de Israel. Saliendo de Mizpa los hombres
de Israel, persiguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta más allá de Bet-car.
Entonces Samuel tomó una piedra y la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó
Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el Señor.”
Desde su liberación de la
esclavitud en Egipto, Dios había librado al pueblo de Israel de situaciones
verdaderamente difíciles. Este pasaje nos narra acerca de la ocasión en que los
israelitas fueron atacados por los poderosos ejércitos filisteos, y el Señor se
manifestó por medio de una gran tormenta de rayos y truenos que los atemorizó,
y los hizo huir, dándoles la victoria al pueblo de Israel. Fue entonces cuando
el profeta Samuel tomó una piedra y, como recordatorio, la puso en un lugar y
le llamó “Eben-ezer”, que quiere decir “piedra de ayuda”, y allí declaró:
“Hasta aquí nos ha ayudado el Señor.”
Hasta el día de ayer, la mayoría
de nosotros pasamos en alguna u otra ocasión por situaciones difíciles,
tristes, frustrantes o desalentadoras, ya sea en el aspecto económico o en el
aspecto sentimental o en el espiritual. Cuando miramos atrás, y vemos que todo
aquello ya pertenece al pasado, que hemos finalizado un día más en nuestras
vidas, y que hemos sobrevivido, bien puede cada uno de nosotros decir como
Samuel: “Hasta aquí nos ha ayudado el Señor”.
Pero lo cierto es que aquí no
termina nuestra jornada. Tenemos que continuar hacia adelante. Y, sin lugar a
dudas, en este nuevo día que hoy comienza también vamos a encontrar
dificultades, problemas y adversidades. Y esto no debe tomar a nadie por
sorpresa. Jesús les dijo a sus discípulos: “En el mundo encontrareis aflicción,
pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Así que no se trata de si
vamos a encontrar aflicción o no, se trata de cómo nos vamos a enfrentar a esa
aflicción. Los que hemos creído en Cristo debemos hacerlo por fe. Eso es lo que
nos dice Jesús que hagamos: “confiad”. Simplemente porque él venció al mundo,
venció a Satanás y todos sus demonios, venció todo lo que puede hacernos daño a
nosotros. Mediante la fe en Cristo podemos seguir hacia adelante en plena
confianza de que llegaremos a nuestro destino.
Hoy le damos gracias a Dios por
habernos ayudado hasta aquí. Y al mismo tiempo le damos gracias porque podemos
contar con él en el camino que tenemos por delante. Las predicciones que los
expertos hacen a diario no son muy alentadoras. La economía mundial se
encuentra en estado deplorable; hay guerras o amenazas de guerras en diferentes
partes del mundo, incluyendo países que poseen armamento nuclear; se esperan
fenómenos naturales cada vez más potentes y frecuentes y muchos temen a las
consecuencias del llamado “calentamiento global”. Y con frecuencia se habla de
nuevas enfermedades y plagas a nivel mundial. En fin, ¿qué nos espera en el
futuro próximo?
No lo sabemos. Pero lo bueno es
que Dios lo sabe, y que él está en control de todo lo que existe en el
universo. Pongamos nuestras vidas en las manos del Señor, confiemos plenamente
en que él nos ayudará a vencer las dificultades y nos dará la victoria conforme
a su voluntad y a sus planes en nuestras vidas. Sigue adelante. Da un paso en
fe hacia el futuro desconocido. Dios ha prometido estar contigo, y no te
desamparará, ni te dejará (Hebreos 13:5). Puedes estar seguro que siempre
“habrá algo que te sostendrá, o alguien te enseñará a volar”. Sigamos el
consejo del salmista en el Salmo 37: “Encomienda al Señor tu camino, confía en
él, y él hará”
ORACIÓN:
Mi amante Padre, gracias por
todas tus bendiciones, tu ayuda y tu protección durante todo este tiempo. Hoy
quiero echarme en tus brazos y confiadamente permitir que me lleves, me
sostengas y me guíes en este nuevo día que tengo delante de mí. En el santo
nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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