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sábado, 2 de junio de 2012

¿está jesús contigo siempre?

Lucas 2:41-49
“Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”

La ley establecía que todo varón judío de doce años en adelante debía ir a Jerusalén para la fiesta de la pascua. Esta era la primera vez que Jesús asistía a esta celebración tan importante en el calendario judío. Cuenta este pasaje que acabada la fiesta, al regresar sus padres a su casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que ellos lo supieran. Estos, pensando que su hijo estaba con algunos de los parientes que componían el grupo de viajeros, no se preocuparon hasta que al atardecer, mientras las familias se juntaban para acampar, se dieron cuenta de la ausencia de Jesús y entonces volvieron a Jerusalén a buscarlo. Después de tres días de ansiosa búsqueda, finalmente “le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles”. Cuando ellos confrontaron al niño por no haberles informado de sus intenciones, él les dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”. Desde niño, Jesús estuvo absolutamente conciente de las prioridades de su vida y de la misión que su Padre le había encomendado aquí en la tierra. Su enfoque fue siempre agradar y obedecer a Dios.

Han pasado dos mil años de aquel incidente, Jesús no está ahora físicamente entre nosotros, pero la Biblia nos afirma que él “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Esto quiere decir que Jesús está todavía muy interesado en los “negocios” de su Padre. Sabemos que él está activamente envuelto en todo lo que concierne a la voluntad de Dios y a sus planes para esta humanidad. La pregunta es: “¿Está Jesús contigo siempre?” “¿Tienes tú la seguridad de que el Señor te acompaña donde quiera que vas?” Jesús prometió que estaría con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. Entonces, la respuesta es “sí”, ¿cierto? Bueno, eso depende de donde tú vayas y de lo que tú estés haciendo. Cuando Jesús les encomendó a sus discípulos la Gran Comisión (Mateo 28:19-20), les dijo “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Los discípulos debían seguir las instrucciones de Jesús, y mientras ellos estuviesen envueltos en llevarlas a cabo, él estaría con ellos. ¿Acaso estás tú siguiendo las instrucciones del Señor escritas en su Palabra? ¿Es tu vida un testimonio que glorifica el nombre de Dios?

Si tú has aceptado a Jesucristo como tu salvador, la Biblia dice que el Espíritu de Dios ha entrado en tu corazón y morará allí para siempre. Eso asegura tu salvación, pero tú debes establecer una intima comunión con el Señor por medio de la lectura de su palabra y la oración cada día, sirviéndole y obedeciendo sus instrucciones. En Juan 14:21, Jesús nos dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Si deseas que el Señor esté contigo siempre, si quieres que él se manifieste en tu vida, que te bendiga y te muestre su favor, debes envolverte junto con él en “los negocios de su Padre”.

ORACIÓN:
Bendito Señor y Dios, gracias por tu promesa de estar conmigo siempre. Te ruego me ayudes a ser merecedor de tu compañía, haciendo las cosas que te agradan y glorifican tu nombre. Por Cristo Jesús te lo pido. Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla.

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