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miércoles, 13 de junio de 2012

EL SECRETO DEL CONTENTAMIENTO


Filipenses 4:4-13
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. En esto pensad. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

En la lectura de hoy, el apóstol Pablo dice que había aprendido el secreto de tener contentamiento en todas las circunstancias, buenas o malas. ¿Le sorprende que él escribiera esto cuando estaba en la cárcel?

Con frecuencia estamos descontentos, incluso cuando todo va bien. Por consiguiente, nos preguntamos cómo es posible tener contentamiento durante nuestras pruebas más difíciles. Entonces, ¿qué es el contentamiento? Pablo está hablando de una libertad de las preocupaciones y frustraciones de cualquier cosa en la vida, incluso de los deseos no satisfechos.

Por lo general, es cuando no podemos controlar o cambiar nuestra situación, que nos sentimos descontentos. Si dejamos que nuestra satisfacción dependa de ver realizadas ciertas cosas, las circunstancias nos robarán la paz. No estoy diciendo que exista un momento en la vida en el que nunca más volveremos a experimentar ansiedad o frustraciones. Pero lo que importa es cómo responderemos cuando esos sentimientos se apoderen de nosotros.

Esto es algo que el apóstol tuvo que aprender. Pablo padeció desde naufragios y hambres, hasta encarcelamientos injustos y palizas (2 Co 11:24-30). Había pasado por innumerables situaciones, que eran inciertas, dolorosas, y al parecer irremediables. Pero finalmente descubrió que el contentamiento no dependía de sus circunstancias.

¿Cómo responde usted cuando las circunstancias están fuera de su control? ¿Se enoja? ¿Trata de escapar? ¿Se da por vencido? Pablo decidió entregar sus ansiedades a Jesús a cambio de una paz "que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7). ¡Esa misma paz está disponible para usted!


“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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