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sábado, 23 de junio de 2012

¿CUÁN TOLERANTE ERES TÚ?



Apocalipsis 2:19-20
“Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos”.

En este mensaje a la iglesia de Tiatira, se mencionan unas cuantas buenas cualidades de esta iglesia, además de las buenas obras que habían hecho. La primera parte de la carta es realmente halagadora; sin embargo hay algo que, por sobre todas las cosas, resulta inadmisible para el Señor: tolerar las cosas que están en contra de los principios de la Palabra de Dios. “Tolerar” es transigir, aceptar una actitud o una filosofía con la cual no estamos de acuerdo. La tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es una conducta que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, física o espiritual. O sea, es la actitud pasiva de una persona frente a lo que es diferente de sus valores y principios.

El pasaje de hoy no dice que todos los miembros de esta iglesia practicaban la fornicación o comían cosas sacrificadas a los ídolos, sino que “toleraban” estas cosas. Quizás por temor, o por apatía o negligencia se mantenían indiferentes al pecado de algunos. Esta es una actitud que vemos con frecuencia en los tiempos actuales. Muchos viven con un constante temor de actuar o hablar en contra de los principios y conceptos que el mundo proclama, pues quienes lo hacen son generalmente acusados de “intolerantes” o “insensibles” o “radicales” o algo por el estilo. Esta situación ha ido empeorando con el tiempo, al punto que ha habido personas que han sido despedidas de sus empleos simplemente por haber expresado su sentir u opinión en relación a un cierto modo de comportamiento.

Por ejemplo, en una ciudad de los Estados Unidos recientemente un empleado fue despedido de su trabajo porque expresó su manera de pensar, basada en la Palabra de Dios, de que la homosexualidad es inmoral. Después que un homosexual se quejó ante sus jefes, este hombre fue expulsado de su trabajo, acusado nada menos que de “intolerante”. O sea, fue despedido no porque estuviese haciendo un mal trabajo; él perdió su empleo simplemente por expresar la opinión de Dios en relación a este asunto. Lo curioso del caso es que aquellos que lo acusaron de intolerante, mostraron con él una mayor intolerancia.

La Palabra de Dios es muy clara en cuanto a la homosexualidad. Por ejemplo, en 1 Corintios 6:9 leemos: "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones". En muchos otros pasajes, la Biblia expresa el sentir de Dios ante el comportamiento homosexual. Entonces, ¿cómo debemos actuar los cristianos cuando en nuestros centros de trabajo o estudio, o en cualquier lugar en que nos encontremos, veamos actitudes o comportamientos que claramente están en contra de lo que enseña la Palabra de Dios?

En su primera carta, el apóstol Pedro nos dice lo que debemos hacer: “Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. (1 Pedro 3:14-15). La palabra clave en este pasaje es “mansedumbre”. Esto es, controlando nuestras emociones, con respeto, con amor, expresemos la verdad del evangelio que es la razón de la esperanza que hay en nosotros. No le resultó fácil al apóstol Pablo predicar la verdad del evangelio entre los gentiles y todos aquellos que se oponían a su predicación. Pero en el poder del Espíritu Santo declaró: “Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre”. (Romanos 15:9).

Si te encuentras en una situación en la que el comportamiento de los que te rodean está en contra de la Palabra de Dios, ora y pide al Espíritu Santo que te de discernimiento y sabiduría espiritual para hablar y actuar conforme a su voluntad.

ORACIÓN:
Padre santo, no quiero ser indiferente al pecado y la iniquidad que se mueven alrededor de mí. Por favor ayúdame a actuar siempre de manera que tu nombre sea glorificado. Por Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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