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martes, 12 de junio de 2012

¿BONDAD O MISERICORDIA?



 Tito 3:4-5
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna."

A veces creemos que la bondad de Dios y su misericordia son la misma cosa. Realmente ambas son atributos de nuestro Padre celestial, pero entre ellas existe una diferencia. ¿Qué es, pues, la bondad y qué es la misericordia? Primero veamos lo que dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:

BONDAD: Natural inclinación a hacer el bien.

MISERICORDIA: Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.

La bondad es una de las características de Dios. Dios es bueno. De hecho, él es el único bueno. En Mateo 19:17, Jesús le dice al joven rico: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios.” La bondad de Dios afecta a todos los seres humanos. Como Dios es amor (1 Juan 4:8), es natural que desee hacer bien a todo el mundo. El sol sale para todos (creyentes y no creyentes). De igual manera la lluvia, y todas las cosas necesarias que provienen de la naturaleza. Ahora bien, la misericordia de Dios, aunque es una manifestación de su bondad, se aplica sólo a aquellos que la buscan a través del sacrificio de Cristo.

El pasaje de hoy nos habla de la bondad de Dios y de su misericordia, y también de su gracia. Dice que la bondad de Dios se manifestó para salvarnos por medio de su misericordia en Cristo Jesús. O sea, somos salvos por la misericordia de Dios. Sin embargo, aunque Dios es bueno, es su justicia la que se aplica sobre todos aquellos que, al no aceptar a Jesucristo como Salvador, se han condenado a sí mismos (Juan 3:18). Dios sigue siendo bueno, pero en este caso no se manifiesta su misericordia sino su justicia. Se puede definir también la misericordia de Dios como la acción de no darnos lo que merecemos. La gracia, por el contrario es darnos lo que no merecemos. Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador, Dios en su inmensa misericordia no nos da el castigo que merecíamos. Por otro lado, por su gracia nos da la vida eterna, la cual no merecíamos.

En Nehemías 13:22 dice este siervo de Dios: “También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia.” Cuando hemos hecho algo malo con lo cual hemos ofendido al Señor, oramos: “Padre, ten misericordia de mí”, no decimos: “Padre, sé bueno conmigo”. En este caso necesitamos de su misericordia. Cuando tenemos alguna necesidad, ya sea dinero para pagar la renta, o un carro o alguna otra cosa ya sea material, física o espiritual entonces acudimos a su bondad. No es siempre fácil diferenciar una de la otra, pues ambas son parte intrínseca del carácter de Dios, pero en estos casos se puede notar una diferencia. Hay otros casos en que es más difícil diferenciar una de la otra. Por ejemplo, en el Salmo 25:7, el salmista habla de ambas indiferentemente: “De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová.”

Pero, por sobre todas las cosas, lo más importante es que podemos estar seguros de que tenemos un Dios bueno y de infinita misericordia, al cual podemos acudir en busca de perdón y restauración cuando hemos caído en pecado, si hemos aceptado el sacrificio propiciatorio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Por eso debemos vivir agradecidos de él, y corresponderle con nuestra obediencia y nuestro servicio cada día de nuestras vidas.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy gracias de todo corazón por tu bondad y tu misericordia. Porque a través de tu misericordia me has perdonado, y por tu bondad recibo día tras día tantas y tantas bendiciones. Ayúdame a corresponderte siendo obediente a tu Palabra y agradándote con mi testimonio. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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