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miércoles, 16 de mayo de 2012


Una fe preciosa como legado

2 Timoteo 1:3-5
“Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.

El mejor legado que le podemos dejar a los hijos es nuestra fe —la convicción de que Dios es quien dice ser, y que hará todo lo que ha prometido. La gran relación de Timoteo con Cristo no se materializó de la nada: se desarrolló como resultado del ejemplo de su madre y su abuela.

He aquí algunas maneras de cómo podemos dejar un rico legado:

1. Enseñar principios bíblicos prácticos. Los niños necesitan saber qué piensa Dios sobre la riqueza (Salmo 24:1), cómo suple nuestras necesidades (Filipenses 4:19), y cómo tener dirección para la vida (Proverbios 3:5-6).

2. Modelar el carácter por medio del estilo de vida. La manera como vivimos, ya sea con transparencia y tranquilidad; o con temor, ansiedad y autosuficiencia, comunican lo que creemos acerca de Dios.

3. Servir a Dios sirviendo a los demás. Las acciones muestran que nuestra fe es real (Santiago 2:26). Si queremos que nuestros hijos no desarrollen un modo de pensar egocéntrico, el servicio a los demás es la clave.

4. Interceder por ellos. Nunca olvidarán cuando orábamos por ellos regularmente.

5. Comunicar amor. Ellos necesitan saber que los amamos, así como Dios nos ama a nosotros. Las palabras dichas con amor comunican vida a sus corazones. Cuando les manifestamos aprecio por confiar en Dios, ellos ven que valoramos su crecimiento espiritual.

Como padres, debemos tener el propósito deliberado de guiar e inspirar a nuestros hijos a seguir a Cristo. Incluso, quienes no tienen hijos, pueden dejar un legado. El ejemplo a seguir es Pablo: aunque no se casó ni tuvo hijos biológicos, fue padre espiritual para muchos (1 Corintios 4:14-16).

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria


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