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sábado, 19 de mayo de 2012

TODOS SOMOS TENTADOS



1 Corintios 10:13
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

La tentación es una cosa corriente para el hombre. En realidad, incluso los héroes de la Biblia pasaron por pruebas y fallos sorprendentes. ¿Nos acordamos de la borrachera de Noé? ¿O la cobardía de Abraham y su mentira al rey pagano? ¿Qué de la propia exaltación de Moisés golpeando la roca que le valió el no entrar en la tierra prometida? ¿O las estratagemas de Jacob? ¿Cómo obraron los patriarcas con José? ¿No murmuró Elías? ¿Qué del doble pecado de David? ¿O la ostentación de Ezequías? ¿No tuvo Jonás un espíritu rebelde? ¿No negó Pedro al Señor? ¿No se apartó Juan Marcos? ¿No discutieron Pablo y Bernabé?.

Algunos de los personajes más nobles de la Biblia no solamente pasaron por la tentación, sino que cayeron en ella. Pero cuando uno lee u oye hablar a algunos sobre la vida espiritual, llega a pensar que ese llamado cristiano de vida victoriosa nunca pasa por la tentación, o, si pasa por ella, es una experiencia tan débil y pasajera que, en realidad, no le ocasiona problemas.

Acabo de leer media docena de libros sobre la vida espiritual y sólo en uno he encontrado un par de párrafos alusivos a la tentación. Quizás esta actitud irreal respecto de la realidad de la tentación es causa del desánimo que se propaga entre algunos creyentes que, pensando que tienen el « secreto» de la victoria, de repente se encuentran, no sólo frente a la tentación, sino vencidos por ella.

Pero, aunque la tentación sea cosa común al hombre, el creyente no tiene que ceder a ella, puesto que Dios, en su misericordia, ha preparado vías de escape, con el objetivo que podamos soportarla. De modo que el creyente, aunque nunca esté libre de la tentación, no precisa sucumbir ante ella. En verdad, los creyentes espirituales son los que más afrontan la tentación.

“Bien se ha dicho que los creyentes espirituales son honrados con un puesto en la primera trinchera para pelear contra el mal. Allí se sienten los ataques más feroces del enemigo, pero tienen el privilegio de contemplar su aplastante derrota. Tan abundante es el poder infinito de Dios, y en la misma medida el creyente espiritual es honrado”.

“Gracia y Paz”
 C. Ryrie

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