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jueves, 10 de mayo de 2012

La decisión de creer

Juan 3:5
“…el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.

La fe no es algo que podemos adquirir por haber nacido de padres creyentes, o por vivir en un país cristiano. Tampoco podemos tenerla por asistir a la iglesia, aunque he oído con frecuencia tales afirmaciones incorrectas. En vez de eso, en los creyentes verdaderos se da lo siguiente:

Un claro entendimiento del evangelio es esencial para que una persona crea y reciba la buena nueva de Jesucristo. Su muerte en la cruz fue el único sacrificio requerido para quitar nuestros pecados. Dios ofrece su gracia como un regalo para cualquier persona que quiera recibirlo.

Un símbolo visible de lo que sucede cuando alguien recibe el Salvador --es decir, el bautismo--ilustra lo que es morir a la vida vieja, y resucitar a una vida en Jesucristo. Los creyentes deben dar este paso como una manera pública de identificarse con Él (Mateo 28:19).

El hombre o la mujer de fe que deciden entregarse a Cristo, abrazan la Palabra de Dios y viven plenamente para el Señor. Los creyentes verdaderos ya no se enredan con las prácticas de la religión por costumbre, sino que adoran y se regocijan en una vibrante relación personal con el Señor.

(Leer: Juan 3:1-21)

“Gracia y Paz”
(encontacto.org)

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