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viernes, 25 de mayo de 2012


¿Estás alimentando bien tu alma?



Salmo 119:129-144
“Maravillosos son tus testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma. La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples. Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos. Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre. Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí. Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos. Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos. Ríos de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley. Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios. Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy fieles. Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras. Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo. Pequeño soy yo, y desechado, más no me he olvidado de tus mandamientos. Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad. Aflicción y angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos fueron mi delicia. Justicia eterna son tus testimonios; dame entendimiento, y viviré.”
 
A un pastor ya anciano le preguntaron una vez cuál era su versículo favorito en la Biblia. El dijo: “Me vienen a la mente por lo menos una docena. Depende de las circunstancias. Al igual que en días lluviosos deseo una capa, en días fríos deseo sentarme en un lugar soleado y en días calurosos deseo estar bajo la sombra de un árbol. Si tengo hambre, bien podría desear una lluvia de maná del cielo o si estoy sediento un vaso de agua fría. Puede que en alguna situación desee una espada. O si estoy cansado, quizás desee una cama para descansar. En fin, tantas y tan diferentes pueden ser las necesidades. Y asimismo las maneras de satisfacerlas. “
 
Cada situación imaginable en la vida está reflejada en la Biblia, con su correspondiente enseñanza. Aunque algunas porciones de la Palabra de Dios tienen mayor belleza literaria que otras, en realidad toda la Biblia fue inspirada por Dios por medio de su Santo Espíritu, a los hombres y mujeres que la escribieron. Así lo afirma 2 Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

La Biblia es un manual completo de instrucciones para vivir una vida de victoria en este mundo lleno de calamidades, pruebas, sufrimientos y tentaciones que tienden a afectar negativamente nuestras vidas. Dios desea que nosotros pasemos por las aguas y los ríos sin que nos ahoguemos, y a través del fuego sin que nos quememos (Isaías 43:2). Pero para esto debemos conocer todo lo que él quiere enseñarnos, lo cual está escrito desde Génesis a Apocalipsis. Es, por lo tanto, un error depender solamente de unos cuantos versículos en lugar de familiarizarse con otros pasajes que pueden darnos una perspectiva más amplia de la mente y el corazón de Dios, y de sus propósitos en la vida de sus hijos.

Lamentablemente hay muchos creyentes que se conforman con seguir citando los mismos versículos de la Biblia que aprendieron hace diez o quince años. De esta manera manifiestan un estancamiento en su crecimiento espiritual. Cuando el Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia, su intención era que diéramos valor a toda la Palabra de Dios. Esta es sustento para el alma y dirección para nuestros pasos. Unos ochocientos años antes del nacimiento de Jesús, Dios dijo por medio del profeta Isaías: “Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma.” (Isaías 55:2-3). Más tarde, el salmista clamó en el Salmo 119:116: “Susténtame conforme a tu palabra, y viviré.”

Una vida espiritual saludable requiere que escudriñemos la Palabra de Dios y pasemos tiempo en oración todos los días de nuestras vidas. Sigue este consejo cada día, y experimentarás un crecimiento espiritual y un conocimiento profundo del Señor.

ORACION:
Padre santo, gracias por tu palabra que es alimento para mi alma. Te ruego que pongas en mi corazón un ferviente deseo de escudriñarla y meditar en ella cada día de mi vida, y sobretodo de respetarla y obedecerla. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dio Te Habla

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