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domingo, 6 de mayo de 2012


EN CRISTO

Isaías 64:6
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”.

Yo creo que la justificación por fe es la verdad central, el fundamento del cristianismo. Usted no puede experimentar el verdadero descanso y la verdadera paz hasta que se convence de que nunca podrá presentarse como recto ante los ojos de Dios por sus propias obras de justicia.

Si usted no comprende que la justicia perfecta de Cristo es nuestra por fe, usted llevará una vida de mucho esfuerzo y sudor. Usted pasará sus días tratando de agradar a Dios a través de actos legalistas y sin esperanza con el objeto de conseguir su propia justicia. Pero la verdad es que ¡usted nunca obtendrá ninguna rectitud que presentar ante el Señor!

Sin duda usted está familiarizado con el pasaje de Isaías en el que se habla de que todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia ante los ojos de Dios (ver Isaías 64:6). Esto no significa que Dios menosprecia las buenas obras - para nada. Nosotros debemos de hacer buenas obras, pero si usted piensa que éstas le dan mérito a su salvación, que éstas le permiten presentarse como santo ante Dios, entonces ¡dichas obras son trapos inmundos!

Usted puede sentirse bien por las buenas obras que usted realiza e incluso disfruta el momento de victoria cuando resiste la tentación. Usted se siente recto, y piensa que el Señor le ha dado su favor. Sin embargo, al día siguiente, usted falla. Usted cae en pecado y de repente pierde todo su gozo. Usted piensa que el Señor está enojado con usted y se pregunta si ha perdido su salvación.

Es una montaña rusa de emociones que suben y bajan, que están calientes y después frías, es un ir y venir entre pecado y confesión -dependiendo de qué tan bien o mal usted se ha portado en cierto día-. ¡Es una vida de miseria porque usted está tratando de agradar a Dios en su carne!

Amado, ninguna justicia de la carne podrá ser presentada delante de Dios. Incluso, la mejor gente entre nosotros, la más moral, los más santos han caído de la gloria de Dios. Ninguno de nosotros jamás ha sido aceptado ante los ojos del Padre por nuestras buenas obras. ¡Nosotros solamente somos aceptos por Él por estar en Cristo!

“...porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28). Cuando nosotros nos volteamos a Jesús con una fe que salva, que deja a un lado el yo, entonces nosotros llegamos a ser uno con Cristo. Estar “en Cristo” significa que Dios nos da el crédito de justicia de Jesús. ¡Todos nuestros pecados son lavados por Su obra, no por la nuestra!

“Gracia, Misericordia y Paz”
Publicado por: Carlos Martínez 
Tomado de: Devocionales David Wilkerson

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