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martes, 22 de mayo de 2012


Cuando un hermano en la fe tropieza

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga” Gálatas 6:1-5

El Señor no quiere que los miembros de su cuerpo vivan separados; los creyentes están destinados a funcionar como una familia en la que cada uno se preocupa por el otro. Una de nuestras responsabilidades como parte de la familia de Dios, es acercarnos al hermano que haya tropezado.

Pablo especifica que los “espirituales” deben restaurar a los caídos a la comunión con el Padre y con la familia de la fe. “Espiritual” no significa un grupo de líderes; se refiere a cualquier cristiano que esté viviendo bajo el control del Espíritu. Un elemento clave en este proceso es la actitud de la persona que busca restaurar a un hermano.

Un espíritu de gentileza: Este no es un tiempo para la dureza, la ira, el juicio o la condenación. Nuestro objetivo no es amontonar dolor y culpabilidad sobre un hermano que sufre, sino mostrarle misericordia y perdón (2 Corintios 2:5-8).

Un espíritu de humildad: Quienes tienen una actitud de superioridad desprecian a un hermano caído, y piensan: Yo jamás cometería esos errores. Pero los humildes conocen su propia vulnerabilidad. En vez de juzgar a los demás, examinan sus propias vidas para reconocer y lidiar con su debilidad.

Un espíritu de amor: Si amamos a los demás, estaremos dispuestos a compartir su carga. Esto requiere una inversión abnegada de nuestro tiempo, energías y oraciones a favor de ellos.

¿Cómo reacciona usted cuando un hermano ha tropezado? Uno de los peores rasgos humanos es nuestra tendencia a sentirnos mejor en cuanto a nosotros mismos cuando otra persona yerra. En vez de compartir el chisme, deje que su corazón sangre, y acérquese para darle su amor y ayuda.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

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