“Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1).
Aunque la vida nos dé mil
motivos para renunciar, Dios nos da mil motivos para seguir adelante. En Cristo somos más que vencedores, podremos estar
de rodillas pero nunca derrotados.
La verdadera identidad de
nosotros los creyentes está respaldada en el esfuerzo y la valentía de
proseguir la carrera, cuya meta es Cristo.
Debemos afirmar en nuestras
vidas la verdadera identidad que proviene del amor de Jesús, lo cual lograremos
cuando nos acerquemos con fe y humildad en nuestro corazón. Su amor es todo. Él
nos da identidad cristiana, nos pone un nombre sublime y un título de realeza,
como ser llamados hijos de Dios. Vivamos conforme a su amor, disfrutemos la
dignidad que nos otorga y sobre todo, encaminémonos día a día en esa nueva
identidad que recibimos, a causa del amor de Jesús que fluye hacia nosotros.
¡Gracia y Paz!
Pan de Vida
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