“El Señor cumplirá en mí su
propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡No abandones la obra de
tus manos!” (Salmo 138:8).
Que combinación tan grande hay
en este precioso salmo, para nuestro caminar en Cristo. En primer lugar existe
la confianza: El Señor completara su obra en mí (Filipenses 1:6). En segundo
lugar, está la promesa: El amor del Señor perdura para siempre y no falla (1
Corintios 13:8). Finalmente, está la súplica: O Señor, no te olvides de mí, tu
creación.
Oración:
Padre Celestial, yo confió que
lograras tu voluntad y propósito en mí vida. Al ver tantas historias en las
Escrituras, de gente común como yo, a la que has amado y obrado en sus vidas, estoy
convencido que tu amor seguirá mucho después de que yo deje de existir. Sin
embargo, Amado Señor, ahora mismo tengo muchas dificultades y pido que
intervengas con tu gracia y poder en mi vida. En el nombre de Jesús, Amen.
¡Gracia y Paz!
La Luz del Alma
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