El libro de Lucas, en el
capítulo 2 del versículo 36 al 38, nos habla de una mujer viuda llamada
Ana, hija de Fanuel de la tribu de Aser. El nombre Ana
significa “favor o Gracia”. Esta mujer visitaba cada día el Templo,
servía en él noche y día y hacía oraciones y ayunos.
Lucas nos dice que Ana era una
mujer joven, que estuvo casada solo 7 años y que enviudó a una edad muy
temprana. La Biblia no lo aclara, pero quizá no tenía hijos. En medio
de esa crisis, de ese dolor, y de tanta soledad ella decide servir a
Dios con fidelidad. Es elogiable la decisión de ésta mujer; una mujer con
carácter firme y gran fortaleza, que a pesar del sufrimiento que
estaba pasando y de la circunstancia que le había tocado vivir, no renegaba de
su fe. Al contrario se fortalecía aún más en su Dios. Dedica sus días al
servicio en el templo, a la oración y al ayuno.
Un ejemplo digno de imitar,
con lo que a veces pienso que cómo haría para vivir en esa época una
mujer sola, sin esposo o hijos varones que la sostuvieran; sin la pensión que
el marido le pudiera haber dejado; sin la asistencia social del Estado. La de Ana
era una situación social un poco incómoda para la época. Pero a pesar de todo
priorizo su vida espiritual.
La Biblia no lo aclara
pero tal vez la Iglesia se hacía cargo de ella, como enseñaba el
apóstol Pablo en 1 Timoteo capítulo 5. No lo sabemos. Meditando un poco
en esta historia que escribe Lucas, tan significativa para nuestros días,
podríamos sacar por lo menos dos enseñanzas muy importantes:
1) Ana elige una vida de piedad. A pesar
de su dolor y soledad se sobrepone a esa circunstancia
difícil. Tomó una decisión muy importante en su vida que fue servir en el
Templo todos los días.
2) Dios premió su eleccion. A sus
84 años pudo ver en el Templo al niño Jesús cuando fue presentado por sus
padres. No sólo sus ojos envejecidos lo vieron sino que ella profetizó que ese
niño era el Mesías.
Como su nombre lo indica ella
halló “favor” o “gracia” ante los ojos de Dios y reveló al mundo la Esperanza
de Israel. Dios le permitió ver, a una edad muy avanzada, lo que ella por
tantos años estuvo esperando “El Salvador”. Dios le revela a esta mujer
que el niño Prometido estaba ante sus ojos. Una bendición esperada por muchos, pero
Dios se la concede a esta mujer piadosa.
Si tú estás pasando por una
edad avanzada, mírate en Ana; una mujer dedicada al ministerio de la profecía,
útil para el servicio en el templo y a los demás. Dios también tiene un
plan para ti, a pesar de tus años. Si tú eres fiel al Señor y le dedicas
tiempo a la oración y al ayuno podrás ver como Ana, a pesar de tus ojos
envejecidos la salvación para tus hijos, tus nietos, tu familia. Revelación de
cosas futuras y una vida de ejemplo para generaciones venideras.
Amada hermana, no importa la
edad que tengas, ni las circunstancias por las que estés pasando, te invito a que
imites a Ana, para que seas favorecida por Dios como lo fue ella.
¡Gracia y Paz!
NiKa
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