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jueves, 23 de febrero de 2017

ANA, LA PROFETISA




El libro de Lucas, en el capítulo 2 del versículo 36 al 38, nos habla de una mujer viuda llamada Ana, hija de Fanuel de la tribu de Aser. El nombre Ana significa  “favor o Gracia”. Esta mujer visitaba cada día el Templo, servía en él noche y día  y  hacía oraciones y ayunos.

Lucas nos dice que Ana era una mujer joven, que estuvo casada solo 7 años y que enviudó a una edad muy temprana. La Biblia no lo aclara, pero quizá no tenía hijos. En medio de esa crisis, de ese dolor, y de tanta soledad ella decide servir a Dios con fidelidad. Es elogiable la decisión de ésta mujer; una mujer con carácter firme y  gran fortaleza, que  a pesar del sufrimiento que estaba pasando y de la circunstancia que le había tocado vivir, no renegaba de su fe. Al contrario se fortalecía aún más en su Dios. Dedica sus días al servicio en el templo, a la oración y al ayuno.

Un ejemplo  digno de imitar, con lo que a veces  pienso que cómo haría para vivir en esa época una mujer sola, sin esposo o hijos varones que la sostuvieran; sin la pensión que el marido le pudiera haber dejado; sin la asistencia social del Estado. La de Ana era una situación social un poco incómoda para la época. Pero a pesar de todo priorizo su vida espiritual.

La Biblia no lo aclara pero tal vez la Iglesia se hacía cargo de ella, como enseñaba el apóstol Pablo en 1 Timoteo  capítulo 5. No lo sabemos. Meditando un poco en esta historia que escribe Lucas, tan significativa para nuestros días, podríamos sacar por lo menos dos enseñanzas muy importantes:

1) Ana elige una vida de piedad. A pesar de su dolor y soledad  se sobrepone a esa  circunstancia  difícil. Tomó una decisión muy importante en su vida que fue servir en el Templo todos los días. 

2) Dios  premió su eleccion. A sus  84 años pudo ver en el Templo al niño Jesús cuando fue presentado por sus padres. No sólo sus ojos envejecidos lo vieron sino que ella profetizó que ese niño era el Mesías.

Como su nombre lo indica ella halló “favor” o “gracia” ante los ojos de Dios y reveló al mundo la Esperanza de Israel. Dios le permitió ver, a una edad muy avanzada, lo que ella por tantos años estuvo esperando “El Salvador”. Dios le revela a esta mujer que el niño Prometido estaba ante sus ojos. Una bendición esperada por muchos, pero Dios se la concede a esta mujer piadosa.

Si tú estás pasando por una edad avanzada, mírate en Ana; una mujer dedicada al ministerio de la profecía, útil para el servicio en el templo y a los demás. Dios también tiene un plan para ti, a pesar de tus años. Si tú eres fiel al Señor y le dedicas tiempo a la oración y al ayuno podrás ver como Ana, a pesar de tus ojos envejecidos la salvación para tus hijos, tus nietos, tu familia. Revelación de cosas futuras y una vida de ejemplo para generaciones venideras.
Amada hermana, no importa la edad que tengas, ni las circunstancias por las que estés pasando, te invito a que imites a Ana, para que seas favorecida por Dios como lo fue ella.


¡Gracia y Paz!

NiKa


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