Siempre tendremos
dos opciones: obedecer al pecado (siendo esclavos del pecado); u obedecer a Dios (de todo corazón), siendo
siervos de la justicia. No importa cuanta actividad religiosa tengamos, lo que
importa es qué tan OBEDIENTES le somos a Dios; porque es nuestra obediencia y
al que obedecemos lo que determina al
que en realidad ESTAMOS SIRVIENDO.
Santiago 4:7-8
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo,
y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores,
limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.
¡Gracia y Paz”
No hay comentarios:
Publicar un comentario