La doctrina de las "maldiciones
generacionales", es una herejía enfocada en enseñar que las cosas malas
que nos suceden son consecuencia de los pecados de nuestros antepasados:
enfermedades hereditarias (Diabetes, Obesidad, Hipertensión Arterial, Cáncer,
etc.), infelicidad, divorcios, miseria, ruina, desviaciones sexuales,
idolatría, intentos de suicidio, etc., es decir, que las personas nacemos con
una sentencia de castigo (“maldición”) por los pecados de nuestros ancestros.
Con frecuencia esa “maldición” se entiende en términos
mágicos como un maleficio, con una especie de “hechicería santa”. Así resulta
que todos podemos nacer cargando la maldición de nuestros padres, abuelos y
hasta de nuestros bisabuelos. Y como los humanos somos propensos al pecado,
sería entendible suponer que muy pocas personas nacieron sin alguna maldición a
cuestas.
Muchos pastores de la “prosperidad” se han atrevido a
afirmar, de manera muy “científica”, que las maldiciones quedan en el esperma y
el óvulo que forman el feto, por lo que hay que “reemplazar el ADN del pecado
con el ADN de Dios”. Otro aspecto de esta falsa enseñanza es el concepto de la
iniquidad como la corrupción interna que trae maldición generacional. Ellos
basan su enseñanza en la combinación de Éxodo 20:5,6; 34:6,7; Números 14:18; y
Deuteronomio 5:9, 10. Cada uno de estos textos contiene las palabras: “visitar
la maldad (o iniquidad) de los padres sobre los hijos…hasta la tercera y cuarta
generación”.
La palabra clave de esta falsa enseñanza se encuentra en
la palabra “iniquidad”. Según ellos, este término es una referencia a pecados
graves que “atan” a los creyentes aun después de convertirse. Estas
“iniquidades” son identificadas como “ataduras” heredadas de los antepasados.
Cabe señalar que la palabra “iniquidad” se traduce de la
palabra hebrea “Avvon” y ésta no es equivalente a “pecado”. Según El
Diccionario hebreo Talmúdico de Strong: *5753 y *5771: “iniquidad” significa:
malos hábitos” sinónimo de “mala conducta”. Lo que debemos que tener claro es
que el término en hebreo que se utilizó en Éxodo 20:5 para referirse a la
maldad es el mismo que se usó en Éxodo 34:7 para hacer referencia a la
iniquidad.
Aunque el idioma hebreo tiene varias palabras para
"maldición", estos textos no mencionan ninguna de ellas. Dicen más
bien que Dios "visita" los pecados sobre las sucesivas generaciones.
El sentido principal de este verbo hebreo es igual que "visitar" o
"preocuparse por".
Además, los textos básicos, en Éxodo 5 y Deuteronomio 20,
no hablan de "iniquidad" sino de "maldad", y Éxodo 34:7,
que menciona la iniquidad, la rebelión y el pecado (como sinónimos
funcionales), no afirma que Dios los convierte en “maldiciones generacionales”
sino que en su misericordia los perdona. ¿Entonces porque Dios visita la
iniquidad hasta la tercera y la cuarta generación, si ya la perdonó? Lo que
pasa es que estos predicadores no entienden que la maldad tiene consecuencias
morales y sociales sobre la familia y la sociedad, y en esas consecuencias Dios
está "visitando" a su pueblo.
Está bastante claro que estos pasajes no dicen
absolutamente nada que pueda significar "maldiciones generacionales".
No habla de maldiciones en ninguna parte, sino del amor y la justicia de Dios
con que se preocupa por nosotros ("nos visita"). Ni mucho menos
indica algo de un “ADN” programado con maldiciones de antepasados. Lo único que
revelan estas especulaciones es una grave falta de respeto hacia el texto
bíblico.
Es evidente que estos pasajes no destacan la maldición de
los malvados, sino la primacía de la misericordia de Dios, es decir, si las
consecuencias del pecado se extienden hasta cuatro generaciones, el amor y la
misericordia de Dios llegan hasta mil generaciones. Es posible que "cuatro
generaciones", más que una frase literal de una maldición matemática, sea
un modismo para expresar las consecuencias del pecado sobre la familia y la
sociedad. De cualquier forma, "donde el pecado abundó [cuatro
generaciones], la gracia sobreabundó [mil generaciones]". Si existieran
las "maldiciones generacionales", también hay "bendiciones
generacionales", y eso acumuladas sobre mil generaciones. El supuesto ADN
de esta teoría tendría que codificar centenares de pecados y muchos miles de
bendiciones, y sin duda el saldo sería a favor de las bendiciones y las
misericordias de Dios.
Por otro lado, es importantísimo señalar que hay textos
bíblicos que refutan de manera contundente la idea de un castigo divino contra
familiares inocentes. Esto lo vemos en Deuteronomio 24:16; 2 Reyes 14:6, donde
dice que "los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los
padres; cada uno morirá por su pecado".
Asimismo, el profeta Ezequiel se opone enérgicamente a
esta doctrina de castigos y méritos heredados e insiste en la responsabilidad
personal de cada uno: “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿Qué pensáis
vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los
padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la
dentera?... He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así
el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. Y el hombre que fuere
justo, e hiciere según el derecho y la justicia... éste es justo; éste vivirá,
dice Jehová el Señor... El que guardare mis decretos y anduviere en mis
ordenanzas, éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá... Y si
dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo
hizo según el derecho y la justicia... el alma que pecare, esa morirá; el hijo
no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la
justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”
(Ezequiel 38:1-5, 9, 17-20).
Si las “maldiciones generacionales” fueran una realidad,
Dios habría dado las debidas instrucciones en las Escrituras respecto a cómo
tratar con este problema. Tampoco hay evidencias en la historia del iglesia
cristiana sobre el tema, los apóstoles, ni los padres de la iglesia (ni lo
líderes de la reforma) lo mencionan; los escritos sobre este tema aparecieron
en los años ochenta en los libros de Peter Wagner, Derek Prince, Rebecca Brown
y otros maestros contemporáneos.
Para concluir: lejos de tener fundamentos fieles en la
Palabra de Dios, esta enseñanza de "maldiciones generacionales" es un
abuso del texto bíblico. Es otra especulación fantasiosa de algunos
predicadores que no se cansan de inventar nuevas doctrinas para deslumbrar a su
público y mantenerlos cautivos de sus aberraciones. Lejos de ser un mensaje
fiel a la Palabra de Dios, es otro intento de manipular la verdad Bíblica, y
manipular al público creyente.
Tomar las Escrituras de manera liviana provoca confusión
y doctrinas perjudiciales. He aquí unos ejemplos de los efectos heréticos de
esta enseñanza:
1. Niega la suficiencia de las Escrituras y requiere que
se añadan a la Palabra de Dios pruebas, rituales, y fórmulas generadas por el
hombre (compare 2 Timoteo 3:15–17; 2 Pedro 1:3–8).
2. Niega la perfecta obra de Cristo en la Cruz.
3. Tergiversa el evangelio de Cristo (véase Gálatas
1:6-9).
4. Niega la enseñanza bíblica de la responsabilidad
personal, porque la doctrina de las “maldiciones generacionales” se centra en
la corriente de la psicología moderna, que justifica al ser humano de sus
propias faltas y pecados.
De toda esta doctrina aberrante se plantean dos preguntas
muy serias: ¿en qué punto una enseñanza equivocada se convierte en una herejía?
¿Será que para no ser víctimas de estos charlatanes tenemos que leer más la
Santa Palabra de Dios?
Por favor amados hermanos y hermanas, levantemos la voz
de protesta en contra de estos falsos predicadores y sus novedades
anti-bíblicas.
¡Gracia y Paz!
Editado por Carlos Martínez M.
Juan Stam, Jesús María Yépez
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