Mantengámonos vigorosos y verdes. Alejémonos de la
ansiedad mental y llenemos nuestra jornada con alabanza expresada en oración; elevemos
cada mañana cánticos de gratitud para colmarnos de alegría. Hacer esto nos saca
de la angustia y reemplaza nuestra tristeza con cánticos de gozo ante la obra que
nuestro amado está haciendo en nosotros.
«El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro
en el Líbano. Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios
florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes» (Salmo 92:12-14).
Las palmeras son símbolos de una imponente belleza y los
cedros de una fortaleza inquebrantable. Estas deben de ser las características
de aquellos que han sido «plantados en la casa del Señor». Sus raíces se
extienden hasta la profundidad del amor inagotable de Dios.
¿Te sientes débil y seco? Permanece en la Palabra de
Dios, arraigado y fundamentado en Cristo, y bebiendo de su amor y fidelidad.
Entonces, al margen de la edad que tengas, darás fruto, y estarás vigoroso y
verde.
¡Gracia y Paz!
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