Romanos 14:19
“Esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz
y a la mutua edificación”.
La enseñanza de este versículo es sobre la tolerancia que
debemos tener entre creyentes, lo cual conlleva a la mutua edificación. Por ejemplo,
si vemos que un hermano(a) de otra Iglesia e incluso de la nuestra, por sus
convicciones no cree conveniente comer ciertos alimentos, no debemos
menospreciarlo sino entenderlo. Quizás haya otros que piensan que deben guardar
un día de reposo diferente al nuestro. Estos son los ejemplos que nos describe el
apóstol Pablo.
Pero si nos ubicamos a la actualidad, pensemos en
aquellos que critican a las mujeres porque tienen el pelo largo o porque lo
tienen corto, porque se maquillan o porque no lo hacen. Se critica a los
jóvenes por su cabellera o por su indumentaria, o porque usan un arete. Todas
estas actitudes nos crean conflictos entre los miembros de la congregación.
“¿Quién eres tú para juzgar…?” (v. 4). Pablo nos dice que deberíamos de ser
cuidadosos cuando queramos sacar el dedo acusador: “Por tanto, dejemos de
juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos
al hermano” (v. 13).
El reino de Dios, como lo dice el apóstol, no es de
comidas o bebidas; no es de apegarnos a lo superfluo, es de convicciones firmes
con un corazón limpio ante el Señor. El reino de Dios es de justicia, paz y
alegría en el Espíritu Santo (v. 17). “Por lo tanto, esforcémonos en promover
todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación” (v. 19).
Entendamos al débil en la fe, no creyéndonos que lo
sabemos TODO y juzgando a la ligera,
porque más nos demoraremos en criticar y juzgar que probablemente nosotros caer
en lo mismo.
¡Gracia y Paz!
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