“Y preguntado por los fariseos cuando había de venir el
reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,
ni dirán: Helo aquí o helo allí, porque he aquí que el reino de Dios entre
vosotros está, y dijo a sus discípulos: tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno
de los días del Hijo del Hombre y no lo veréis y os dirán: Helo aquí o helo
allí. No vayáis ni sigáis, porque como el relámpago relampagueando desde una
parte de debajo del cielo resplandece hasta la otra debajo del cielo, así
también será el Hijo del Hombre en su día, mas primero es necesario que padezca
mucho y sea reprobado de esta generación, y como fue en los días de Noe así
también será en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían, los hombres
tomaban mujeres y las mujeres maridos hasta el día que entró Noé en el arca y
vino el diluvio y destruyó a todos, asimismo también como fue los días de Lot:
comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban, mas el día que Lot
salió de Sodoma llovió del cielo fuego y azufre y destruyó a todos. Como esto
será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará. En aquel día, el que estuviere
en el terrado y sus alhajas en casa, no descienda a tomarlas, y el que en el
campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Cualquiera que
procurare salvar su vida la perderá y cualquiera que la perdiere la salvará. Os
digo que en aquella noche estarán dos en una cama, el uno será tomado y el otro
será dejado; dos mujeres estarán moliendo juntas, la una será tomada y la otra
dejada; dos estarán en el campo, el uno será tomado y el otro dejado, y
respondiendo le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde estuviere el cuerpo,
allá se juntarán también las aves de rapiña” (Lucas 17:20-37).
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