Si una mujer que no es tu
esposa intenta convencerte de que tú eres especial, tú estás siendo calentado
para ser cocinado, sin importar quién sea ella. De la misma forma para ti
mujer, si un hombre que no sea tu esposo intenta hacerte sentir muy especial,
te están calentando para cocinarte. Piensen ambos, hombre y mujer, que hay una
llama de fuego en el infierno que no se apaga, que consumirá día y noche por la
eternidad a todos los fornicarios y adúlteros.
“¿Tomará el hombre fuego en su
seno Sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus
pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; No quedará
impune ninguno que la tocare” (Proverbios 6:27-29).
“Más el que comete adulterio es
falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza
hallará, Y su afrenta nunca será borrada” (Proverbios 6:32-33).
Quienes no quieren comer del fruto prohibido no deben acercarse al
árbol prohibido.
“¿No sabéis que los injustos no
heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni
los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios
6:9-11).
Cuando un varón dice SI a una mujer en el matrimonio, también está
diciendo NO al resto de las mujeres en el mundo.
Cuando una mujer dice SI a un varón en el matrimonio, también está
diciendo NO al resto de varones en el mundo.
“Pero a causa de las
fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer y cada una tenga su propio
marido” (1 Corintios 7:2).
“No cometerás adulterio”
(Deuteronomio 5:18).
“Así que, si en vida del marido
se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es
libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será
adúltera” (Romanos 7:3).
¡Gracia y Paz!
Por: Claudia Santos Ipda